Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

(alangleds1) #1
Disturbios sociales

Tampoco son ratos los testimonios cuneiformes según Los
cuales los trabajadores abandonaban en masa la tarea que les
había sido asignada. En un documento del archivo del palacio
de Mari (del siglo XVIII a. de C.), el gobernador de la ciudad
de Terqa se queja a su rey, en Mari, de que de los 400 habitan­
tes de su ciudad sólo la mitad habían realizado el trabajo que
les había sido asignado, mientras que la otra mitad había
huido. Existen informes semejantes procedentes de la época de
esplendor asiria, durante el reinado de los sargónidas (siglo
VIII a. de C.), en los que se menciona el número de personas
que no se han incorporado á su trabajo.
De la época neobabilónica se conoce un documento que in­
forma incluso de una huelga. En este informe un vigilante da
cuenta al funcionario administrativo de palacio de que los pica­
pedreros se niegan a llevar a cabo los trabajos ordenados por el
rey. Su descontento se debía, al parecer, al hecho de que el pa­
lacio no les había pagado durante dos meses. El vigilante acon­
seja realizar el pago de los salarios, ya que la actitud de los pica­
pedreros era cada vez más amenazadora.


¿A CLASE DOMINANTE DE LOS CIUDADANOS UBRES (AWILU)

La población libre e independiente de los asentamientos ur­
banos y rurales, cuya segura situación económica se basaba en
la producción agrícola y artesanal y en el comercio y que
empleaban más o menos a los esclavos como mano de obra
representan a la clase dominante , a la llamada clase de ios awi-
lü. La interpretación etimológica de esta expresión es todavía
incierta. Su equivalente hebrea ’ul significa «prohombre»,
«noble» (similar es también la expresión árabe ’auwalun, que
significa el «primero»). En acadio, esta expresión designaba en
principio a una persona cuya situación dentro de la tribu y de
la familia era preeminente. Los awilü, pertenecientes a las ca­
pas superiores de la escala social, formaban el más poderoso
factor económico de la sociedad mesopotámica. Cuando el des­
arrollo de las fuerzas de producción condujo a una mayor divi­
sión social del trabajo, esto es, a la separación de agricultores y
artesanos, éstos no limitaron la producción a lo necesario para
su propio consumo, sino que la aumentaron también para el
intercambio, llevado a cabo mediante la venta de los produc­
tos. Permanecieron en los puestos dirigentes cuando el gran
impulso de la producción agrícola y artesanal llevó a la diferen­
ciación de una nueva categoría, la de los comerciantes, que, sin
poseer ellos mismos medios de producción, obtenían beneficio
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