otro lado, en el prólogo como en el epílogo de sus leyes, el pro
pio Hammurabi se dirige siempre en la misma forma a los ha
bitantes de Akkad y a los de Sumer. Se puede considerar a los
mushkenü, con grandes probabilidades de acertar, como a
aquellas personas que no estaban integradas en las comunida
des rurales (de aquí también su antiguo origen) y que
dependían de las empresas económicas del palacio. Esta in
terpretación, sostenida principalmente por I. M. Djakonow,
podría corresponder a la situación de, todo lo más tarde, la
época paleobabilónica. El desarrollo general produjo también
cambios en el carácter social de los mushkenü. La acertada cla
rificación de este tema constituye uno de los más difíciles
problemas de la historia socioeconómica de Mesopotamia.
Junto a los mushkenü se encuentran, dentro de la sociedad
mesopotámica, toda una serie de personas que recibían parce
las de tierra del soberano. Su situación está explicada con ma
yor detalle en el Código de Hammurabi. Por un lado, se trata
de militares; por otro, se habla de nashi biltim, «contribuyen
tes». La tierra que trabajaban era inajenable; no podían dejár
sela como herencia a su esposa ni darla como dote a las hijas.
No les era posible ni siquiera entregar el terreno al acreedor co
mo fianza (art. 36 y ss.). No obstante estas personas podían te
ner tierras propias, sobre las que disponían libremente. Se co
nocen también otros grupos, como por ejemplo, las sacerdoti
sas del templo, los traficantes y los llamados ikum akhum, «los
que están atados por otros servicios obligatorios». Estos estaban
autorizados a transferir las tierras que se les había entregado,
pero siempre con todas las cargas inherentes a éstas (trabajos
obligatorios).
Caracteres generales de la corporacion mesopotamica
Hemos mencionado ya que las diferencias entre los awílü
dependían en primera línea de su estructuración en corpora
ciones. Queremos señalar aquí sólo los rasgos más significativos
de esta estructuración, ya que profundizar en este tema
requeriría un tratamiento mucho más detallado. Como ya se
ha dicho anteriormente, en la cima de la clase dominante y con
ello también en toda la ordenación corporativa, se encontraba
el rey junto a su corte y los miembros de su familia. Le seguían
inmediatamente los altos dignatarios del templo. Para ejecutar
todas las tareas administrativas, políticas, económicas, legislati
vas y jurídicas, el rey precisaba de un amplio aparato burocráti
co; los máximos representantes de este aparato eran, al mismo
tiempo, los más importantes miembros de la clase dominante.
Su postura dirigente se apoyaba más en la extensión del poder