Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

(alangleds1) #1

fracasado intento de Senaquerib de plantar estos árboles en
Asiria). La demanda de aceite era sin embargo muy grande, ya
que no se empleaba sólo en la alimentación y fabricación de
ungüentos sino que era también necesario para la iluminación
y los usos rituales del templo. Como producto oleícola se culti­
vaba, pues, el sésamo, que proporcionaba desde la cuarta a la
tercera parte de su peso en aceite. Se cultivaban también diver­
sas clases de leguminosas, como almortas, judías y mostaza.
También era considerable el cultivo del lino. Las fibras de sus
tallos proporcionaron, desde los antiguos tiempos sumerios, el
material para la fabricación de lienzos. La linaza era conocida
como medicamento. Senaquerib intentó también aclimatar en
Asiria el cultivo del algodón. El arroz fue introducido, eviden­
temente, por los persas desde India, como nos informan los
historiadores griegos.


LA HORTICULTURA: EL CULTIVO DE FRUTALES Y HORTALIZAS

Desde la antigua época sumeria floreció en Mesopotamia la
horticultura en la que el cultivo de frutales superaba al de hor­
talizas. La jardinería era una de las ocupaciones predilectas, los
jardineros pasaban por ser hombres especialmente trabajadores
e inteligentes y las leyendas sumerias y acadias los presentan co­
mo los predilectos de la diosa del amor lnanna (Ishtar). Algu­
nos reyes legendarios, como Sargón de Akkad o Enlilbáni, son
presentados como originarios jardineros a los que Ishtar ayudó
a subir al trono (véase cap. VI). Con los déspotas asirios, la
jardinería alcanzó su mayor valoración, lo que está atestiguado
rio sólo por los documentos cuneiformes asirios sino por los re­
lieves dé los palacios, que representan terrazas ajardinadas co­
mo las de Asurbanipal II en Kalkhu o las de Senaquerib en
Nínive, por ejemplo, donde se intentó en forma experimental
el cultivo de plantas no aclimatadas a la región, como la mirra y
él algodón. Para el riego de estas terrazas ajardinadas se cons­
truyeron acueductos especiales, a través de los cuales se traía el
agua desde las montañas. Los «jardines colgantes» son una de
las siete maravillas del mundo antiguo (véase fig. 24). Estos jar­
dines han sido asociados al nombre de la regente asiria Sam-
muramát (más conocida por la forma griega de su nombre, Se-
miramis).
Todavía hoy pueden reconocerse los restos de las gigantescas
subestructuras amuralladas de las terrazas ajardinadas sobre el
techo del palacio de Nebukadnézar II en Babilonia.
El árbol más característico y cuyo cultivo estaba más extendi­
do en Babilonia y el sur de Asiria (la línea fronteriza del norte
está formada por la franja que se extiende entre las actuales lo­
calidades de Ana en el Eufrates y Tikrit, junto al Tigris), era la
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