Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

(alangleds1) #1

también, y principalmente, en la escultura. Para ello se impor­
taban valiosas piedras preciosas y semipreciosas, como ala­
bastro, mármol, granito, basalto, diorita, hematita, lapislázu­
li, ónice, ágata, amatista, calcedonia, así como también marfil
y conchas. De las manos de los hábiles y diestros artistas meso-
potármeos surgían obras de escultura o glíptica realizadas con
estos materiales y que despiertan nuestra mayor admiración.
En la mayor parte de los museos del mundo, los visitantes
pueden admirar estas obras maestras de la escultura y de la
glíptica mesopotámicas, ya sean los colosos con figura de toro
alado o de león con cabeza de hombre, que originariamente se
encontraban ante las puertas de los palacios de los reyes meso­
potámicos y a los que no puede negárseles que ejercieran un
cierto efecto mítico sobre los hombres dé entonces, ya sean los
grandes relieves con los que estaban adornadas las paredes de
estos palacios. Artistas' desconocidos representaron aquí cu­
riosas escenas de la vida familiar del soberano, de guerras y de
la vida económica y social de las ciudades mesopotámicas, así
como figuras realistas de animales o imágenes simbólicas de
dioses y demonios. Ha sido sobre todo el exquisito arte de
labrar los sellos el que ha hecho famosos a los anónimos pro­
ductores de estos miles de sellos mesopotámicos (véase cap. V).
Con las conchas, que se encontraban en cantidad abundante
en las costas del Golfo Pérsico, se tallaban diversos objetos de­
corativos (en formas geométricas, con figuras humanas o repre­
sentando animales). Entre los más famosos trabajos realizados
con conchas se cuentan el estandarte y el juego de tablas de Ur
(véase cap. IV, fig. 14). El marfil se empleaba para la produc­
ción de obras (artísticas) especialmente valiosas (véase fig. 36 y
37). Su trabajo era ya conocido en la época presargónida, aun­
que la mayoría de las piezas fabricadas, con marfil deben ser
atribuidas a la «escuela» asiría.


LA PINTURA

Si exceptuamos diversos productos cerámicos pintados, la
pintura mesopotámica era escasamente conocida hasta hace po­
co. El paso del tiempo tuvo efectos destructores sobre las pintu­
ras murales coloreadas, pero las nuevas excavaciones, llevadas a
cabo con métodos modernos, han puesto al descubierto algu­
nos restos de pinturas murales (incluso del IV milenio, como
los de Gaura, Eridu y Uruk). De principios del tercer milenio
se conserva en Uqair (a 60 km. aproximadamente al sudeste de
Bagdad) una serie contigua de cuadros, sobre el podio y en las
paredes de un templo, que representan animales guardianes,
en rojo, naranja y negro (el azul y el verde todavía se
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