Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

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dioses en el que se encuentran aún vestigios de animismo. Las
fuerzas elementales de la naturaleza, tanto las benefactoras co­
mo las destructoras, fueron personificadas y elevadas a la
categoría de dioses. Los sumerios conocían en el tercer milenio
cientos de dioses. De todos ellos, la tríada formada por An
—dios del cielo— , Enlil —dios de la tierra— y Enki —dios del
agua— adquirió la supremacía en el panteón sumerio. El cuar­
to lugar le estaba reservado a la diosa Ninkhursag, la madre de
todas las criaturas vivientes. Se hablaba también de dos gran­
des grupos de dioses: Anunnaki (dioses de la tierra y del cielo)
e Igigi (dioses de los infiernos). También aquí se aprecian vesti­
gios del primitivo animismo. Las diversas ciudades mesopotá-
micas tenían sus dioses protectores. Algunas deidades cayeron
en el olvido con el curso del tiempo, mientras que otras, por el
contrario, adquirieron una posición predominante, al aumen­
tar el poder político de las ciudades en las que eran veneradas.
Formalmente, las concepciones religiosas, en sus manifesta­
ciones externas, se han mostrado siempre muy conservadoras,
por ejemplo las oraciones que continuaron vigentes desde la III
dinastía de Ur hasta la época tardía babilónica. Los objetos li­
túrgicos; tampoco sufrieron cambios importantes en este
período| que duró casi dos mil años.


LOS PRINCIPALES DIOSES Y SU FUNCION SOCIAL

Con ^a evolución hacia una ordenación esclavista y con la di­
ferenciación en clases de la población, el panteón mesopotámi-
co cumplió determinadas funciones sociales. Enlil, cuyo cuitó
estaba cjoncentrado principalmente en Nippur, era el dios que
decidía sobre el destino humano. Se le consideraba una deidad
benefactora y se le atribuía la creación de las más importantes
fuerzas generativas del cosmos, la fundación de las ciudades, la
creación de las plantas y el descubrimiento de la azada y del
arado. Á pesar de ello, a veces pasaba por ser un dios cruel ya
que, por ejemplo, no impidió la destrucción de Ur. El dios del
agua era Enki (en acadio, Ea),, vocablo que ha sido reciente­
mente atribuido a la llamada población Ubaid de Mesopotamia
(véase pág. 33). Este papel de dios de las aguas se debe a que se
le consideraba el dios de la sabiduría, pues los benefactores
efectos del agua eran sobradamente conocidos. Se creía tam­
bién que era el creador de la artesanía, de la escritura y de las
ciencias y que había dado a los hombres estas elementales ad­
quisiciones culturales. Hoy se le considera como la más antigua
deidad sumeria que nos es conocida, porque su nombre apare­
ce ya en los documentos arcaicos de Uruk, Shuruppak y otras
ciudades sumerias.
An (en acadio Anu) aparece en primer lugar en las listas de
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