Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

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templo o en sus inmediaciones. La palabra sumeria para desig­
nar a los sacerdotes era sanga (en acadio shangu). Entre los sa­
cerdotes existían diversos rangos, asociados a distintas preben­
das. A la cabeza encontramos al en, esto es, «señor», cuya
entronización constituía a veces u n acontecimiento de tal im­
portancia que servía para fechar la época. En su templo el en
era el máximo suplicante y portador de ofrendas. Fuera del
templó se ocupaba de las sinecuras de éste (que tenían su ori­
gen en los bienes inmuebles, ofrendas y sacrificios). El sanga-
makh poseía una dignidad algo inferior. El urigallu, igualmen­
te u n sacerdote, que en la escala jerárquica de algunos templos
sumerios ocupaba el lugar inmediato al del sumo sacerdote,
adquirió una especial importancia. Desde la época de Hammu­
rabi hallamos nuevos dignatarios del templo: los llamados érib
biti, es decir, «los que entran en la casa» (de dios), que podían
penetrar en los recintos del templo que no eran accesibles al
pueblo común. Fueron encargados de diversas funciones por la
administración del templo. Por ejemplo, en las procesiones fes­
tivas, eran los portadores de las estatuas de los dioses. Se ocu­
paban, también de controlar la economía del templo y realiza­
ban la importante labor de informar al rey sobre diversos asun­
tos que acontecían con ocasión del servicio del templo. En los
templos asirios, esta lahor, a la que iban asociadas ricas sinecu­
ras, la realizaban los dignatarios.llamados ummanu. Junto a es­
tos, conocemos también toda una serie de funcionarios de me­
nor categoría: los comunes portadores de ofrendas, los in­
terpretadores de sueños, los conjuradores, los adivinos, los
chantres, etc.vHabía también en los templos empleados secula­
res, que estaban encargados de realizar diversas tareas técnico-
administrativas y relativas a la economía (véase cap. VI).
No carece de interés el hecho de que en los templos mesopo­
támicos hubiera también sacerdotisas junto a los sacerdotes.
Normalmente, éstas vivían en edificios situados en las cercanías
del templo, que pueden considerarse muy bien como prototi­
pos dé los claustros medievales. Sin embargo, algunas de ellas
habitaban fuera del «claustro». Entre las sacerdotisas —al igual
que entre los sacerdotes— pueden distinguirse diversos rangos
o categorías. La suprema sacerdotisa (en sümerio nindingirra y
en acadio entu) estaba obligada a no tener hijos, aunque podía
contraer matrimonio. También la naditu, cuya categoría era al­
go inferior, tenía las mismas obligaciones. Estas sacerdotisas
podían poner a disposición de sus esposos —si es que éstos
querían tener hijos— a una sacerdotisa de rango común (shugi*
tu) o a una esclava, considerándose como hijos legítimos a los
nacidos de estas uniones. Algunas de las sacerdotisas de rango
inferior estaban también encargadas de la prostitución en el
templó. Les estaba permitido contraer matrimonio y llevar ve­
lo.


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