gash, del siglo XXIV a. de C. (véase cap. III), que, hasta que se
descubrieron los textos que contienen las de Entemena, ante
riormente citadas, pasaban por ser las más antiguas del m un
do.
El hecho de que se trate de una obra de reforma indica la
existencia de otra más antigua, la cual habría dado lugar a la si
tuación que tuvo que ser reformada por Urukagina. En conso
nancia con las concepciones religiosas de su época, la obra de
este último está expuesta en forma de un contrato con el dios
principal de Lagash, Ningirsu, y se proclama a sí mismo el eje
cutor de la voluntad divina. Se trata pues de una obra en con
nivencia con la clase sacerdotal de Lagash, que había resultado
gravemente perjudicada por el predecesor de Urukagina, Lu-
gallanda. El texto total de las reformas está contenido en tres
conos de arcilla. En el prólogo, Urukagina informa sobre las
construcciones de templos y otras construcciones oficiales. Enu
mera también los abusos con los que su predecesor disminuyó
los derechos de las comunidades rurales y de la clase sacerdotal.
La parte; siguiente está constituida por las reformas pro
piamente dichas: la supresión de desórdenes y delitos que
habían arraigado profundamente en la configuración económi
ca y social Üel país, la devolución al templo de sus bienes in
muebles, la reducción de impuestos, la prohibición de extor
siones y el cuidado de la seguridad pública. Mediante una dis
posición oficial Urukagina redujo las elevadas cuotas que se
exigían para los divorcios legales, las cuales habían ocasionado
que el mailido no se separara judicialmente, permitiendo que
su mujer abandonara el domicilio común para vivir con otro
hombre. Junto a la reducción de estas cuotas promulgó la
prohibición de que una mujer perteneciera al mismo tiempo a
dos hombres. Se ha opinado por este hecho que Urukagina p u
so fin a la poliandria. Implantó también la máxima de que el
poderoso rio debe cometer injusticia contra la viuda y el huér
fano, máxima que fue adoptada más tarde por otros soberanos.
Sin embargo, la transgresión de este mandato quedaba sin cas
tigo; evidentemente se trataba solamente de una simulada pre
ocupación de Urukagina por los miembros de la clase domi
nante que se encontraban en una situación económica apura
da.
Estas reformas debían consolidar el gobierno de Urukagina,
ganando por un lado el favor de la clase sacerdotal y contentan
do, por otro, a aquellos grupos de la población con los que
debía contar en el caso de una acción guerrera. Pero las refor
mas de Urukagina no alcanzaron el objetivo deseado, ya que su
rival Lugalzagesi de Umma; destruyó el reino de aquél antes de
que pudieran implantarse las reformas.
Sobre las reformas «sociales» de Gudea, el rey de Lagash (fi
nales del III milenio), véase la pág. 234).
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