Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

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transferir la parte que les correspondía de los bienes familiares
antes de ofrecérselos a o ero miembro de la familia. Hay una se­
rie de normas que regulan diversos tipos de contratos, sobre to­
do determinadas formalidades de los contratos de compraventa
y de depósito. Se determina también la responsabilidad del
propietario en relación a un objeto ruinoso, una res brava y un
perro que mordiera a la gente. Hasta donde hemos podido
comprobar, él derecho penal de Eshnunna no conocía ni la
venganza ni la ley del tallón. La mayoría de los castigos eran de
carácter pecuniario. Con la muerte se castigaban el adulterio de
la mujer, la violación de una mujer casada, el rapto de un niño
y el robo nocturno.
El código de Eshnunna presupone una sociedad de clases to­
talmente desarrollada. A los esclavos se les ponía una marca y
no estaban autorizados a abandonar la ciudad sin el permiso de
su dueño. Podían ser vendidos o entregados al acreedor como
fianza por una deuda. Por el robo, asesinato o lesiones corpora­
les cometidos a un esclavo (o por la violación de una esclava), el
dueño tenía derecho a percibir una indemnización por daños
materiales. Algunas determinaciones se refieren a los mushké-
riü (véase cap. VII), que trabajaban los campos confiados por el
palacio y el templo, sin que pudieran abandonarlos por su pro­
pia voluntad.
La colección jurídica de Eshnunna apenas puede ser conside­
rada como un código. Los preceptos que conocemos hasta aho­
ra forman parte de una obra mayor que servía como manual
para funcionarios jurídicos y de la corte.


El codigo de Hammurabi

■La dinastía amorrea, cuyos miembros hicieron de Babilonia
la capital del país, se significó también por una creciente activi­
dad legislativa, que fomentó la unidad del reino. El segundo
rey de esta dinastía, Sumula’el, ya habla de las leyes que ha da­
do a su pueblo. Hammurabi data igualmente el segundo año
de su reinado como «el año en el que Ha dado el derecho al
país». Las leyes de Hammurabi, contenidas en una estela cóni­
ca de basalto de 2,25 m. de altura, fechan el último año de su
reinado. Esta estela fue encontrada en Susa, la antigua capital
elamita, por Jéquier, uno de los miembros de la expedición
francesa dirigida por Morgan a comienzos de nuestro siglo
(1902).
En la parte superior de la cara anterior se encuentra un re­
lieve que representa a Hammurabi recibiendo las leyes del dios
del sol y de la justicia, Shamash, llamadoitambién Marduk (vé­
ase pág. 274); véase también la lámina VIII). La estela se colocó
en un principio en Babilonia, de donde Shutruknakhkhunte se
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