aspiraciones culturales, de forma que podemos hablar pro
piamente de una culrnra sumerio-acadia. La participación de
los babilonios acadios en la irradiación de la cultura sumeria
fue muy importante, a pesar de que no podamos hoy consta
tarla exactamente en todos sus detalles. Si examinamos de cer
ca la evolución de esta civilización, la participación asiría no se
nos presenta ni mucho menos tan original como la sumerio-
babilónica. La labor de los asirios se manifestó mayormente en
la aceptación, registro y selección de la asombrosa riqueza ad
quirida por los sumerios en el campo cultural. Por su me
diación, las aportaciones culturales sumerio-babilónicas en
contraron el camino por el que penetrar al resto del mundo.
Los casitas desempeñaron también, a lo largo de casi medio mi
lenio, un papel semejante al de los asirios, aunque en forma
más limitada (véase cap. III).
LAS ESCUELAS E INSTITUCIONES DE ENSEÑANZA
El centro de la civilización mesopotámica lo constituyen las
escuelas. En ellas aprendían los futuros escribas el complicado
sistema de la escritura cuneiforme y los fundamentos del cálcu
lo, cada ¡vez más necesarios para el palacio y el templo por su
creciente economía y su complicada administración. Por esto,
las escuelas se encontraban dentro de los templos y palacios
mesopotámicos. Sobre los bancos, que se hacían con arcilla o
con calcita (véase la lámina XXX), se sentaban los escolares, los
futuros escribas, hijos todos ellos de las «mejores familias», co
mo se ve claramente por las listas de escribas. En estas listas se
indicaban no sólo los nombres, sino también la profesión de
los padres, que casi siempre formaban parte de los altos digna
tarios dél templo, de los «ancianos» de la ciudad, de los fun
cionarios administrativos o de los escribas. Hasta la época de
Hammurabi no se encuentra ninguna mujer entre los futuros
escribas/
Poseemos documentos cuneiformes sumerios sobre la orga
nización de las escuelas mesopotámicas en la primera mitad del
segundó milenio antes de nuestra era. En sumerio, la escuela se
llamaba é — dub — ba, «casa de las tablillas». El director era el
«padre de la escuela», el alumno un «hijo de la escuela» y los
maestros que realizaban en la escuela su actividad docente eran
los «grandes hermanos». Estos últimos estaban obligados a pre
parar las tablillas de arcilla para que escribieran los alumnos y a
examinar los textos.escritos por aquéllos. Se han encontrado
muchos «textos escolares», algunos de ellos mal escritos por los
alumnos. Junto a tablillas mal escritas por principiantes, se en
cuentran también ejercicios caligráficos de alumnos avanzado'
de las clases superiores. Del personal docente de las escuela»