Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

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estrella determinada. Se dejaba que esta agua fuera escapando
por un pequeño orificio hasta que la misma estrella volvía a
aparecer la noche siguiente. La cantidad de agua que se había
escapado por este orificio se pesaba y se dividía en doce partes.
Cada una de estas partes correspondía a dos horas (cada dos ho­
ras dobles recibían el nombre de 1 mina, por el peso del agua
que había salido durante ese intervalo de tiempo). Así se consi­
guió establecer una relación básica entre peso y medición tem­
poral. Relojes de agua de este tipo eran conocidos también en
Egipto y en Grecia, donde recibían el nombre de clepsidras.
Otra de las medidas temporales estaba establecida según la
traslación de la luna alrededor de la tierra, para lo que servía de
punto de partida la luna nueva y como punto culminante la Iu~
na llena. El año estaba dividido en doce meses lunares, de 29 ó
30 días. La mayor o menor duración de cada mes dependía del
creciente de la luna. Si éste tenía lugar en el trigésimo día, el
mes anterior sólo comprendía 29 días; si sucedía un día más
tarde, el mes que acababa de transcurrir contaba 30 días. De
este modo se originó una divergencia entre el año lunar y el
año solar, condicionado éste último por las estaciones. La mi­
nuciosa observación de las estrellas condujo muy pronto a que
se incluyera un mes intercalable, que por regla general se
añadía cada seis años. Acontecimientos guerreros, o también
cálculos equivocados, ocasionaban a veces que no se añadiera
este mes intercalable o que se hiciera en forma equivocada. Pa­
ra conciliar el año lunar con el solar, se incluyó un nuevo mes
intercalable, a veces por una orden especial del soberano.
Durante largo tiempo, en Mesopotamia no existió un calen­
dario uniforme. Cada gran ciudad poseía el suyo propio. La
introducción de u n calendario común para todo el reino se atri­
buye a los esfuerzos unitarios de Hammurabi, que tomó los
nombres de los meses del calendario de Nippur, el centro cul­
tural sumerio. Este calendario se mantuvo vigente, con algunas
transformaciones, hasta el período babilónico y fue adoptado
en lo fundamental por los judíos. El Antiguo Testamento lo ha
dado a conocer universalmente. Desde finales del tercer mile­
nio, el año comenzaba en el mes de Nisan (en el tiempo actual
equivale aproximadamente de mitad de marzo a mitad de
abril), momento en que tenía lugar el equinoccio de primave­
ra.
El escalón superior de los zigurats mesopotámicos ofrecía po­
sibilidades que se adecuaban especialmente para la observación
de los cuerpos celestes. También el hecho de que el cielo estu­
viera despejado la mayor parte del año fomentó las observa­
ciones astronómicas. El resultado fue que se diferenciara entre
planetas y estrellas fijas, que se constatara la eclíptica solar (lla­
mada «el camino del sol») y la órbita lunar alrededor de la
tierra (el «camino de la luna»). En el siglo VII a. de C ., los astró­

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