grandes esfuerzos. Algunos de éstos servían también como
acueductos, que proporcionaban el agua potable a las ciudades
asirías.
Fig. 1’. Instalaciones de riego, introducidas en Asiria por Senaquerib, según
el modelo egipcio. De un relieve delpalacio de Senaquerib en Ntnive. Altura
aproximada, 2$ cm., British Museum, Londres
Podemos admirar todavía hoy los restos de un canal, que el
soberano asirio Asarhaddon mandó construir incluso a través
del túnel de Negub.
Desde los tiempos en que los primeros hombres se estable
cieron en esta región, el agua constituyó la base del bienestar.
Fue necesario mucho tiempo y mucho trabajo hasta que ese
don de la naturaleza pudo utilizarse para el provecho de todos.
El agua y todo lo que se relacionaba con ésta tenían gran inte
rés para los hombres asentados aquí, pues sin ella toda la re
gión se habría convertido en un desierto. Por supuesto, el
problema no era únicamente la existencia de agua, sino tam
bién la lucha contra el exceso de ésta durante las inundaciones
anuales y contra los pantanos y ciénagas que había sobre todo
en el sur de Mesopotamia. Había que preocuparse pues, por un
lado, de que las inundaciones depositaran una fertilizante capa
de humus, sin que arrastraran luego la tierra; por otro lado, de
avenar las aguas pantanosas de aquellas zonas que eran a ú n.
útiles para fines agrícolas.
Las obras de riego, la excavación de canales y el levantamien
to de diques y obras hidráulicas, al igual que el mantenimien
to, reparación y mejora de estas obras, no podían ser llevados a
cabo por individuos o familias aislados. Requerían la colabora
ción de una gran comunidad que quisiera hacer fructificar el
suelo en el que se había establecido. Esto dio origen a este tipo
de grupo que tiene su representación en las comunidades rura
les. Estas comunidades desempeñaron un importante papel en
la época más antigua de la historia mesopotámica. Reflejos de
éstas se encuentran incluso en la época en que la sociedad me-