Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

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tarde sufrieron una elaboración y fueron reunidos en una gran
epopeya. Durante la época hammurábica circularon también
otros poemas que constituyeron más tarde la base de la versión
canónica neoasiria de la obra, comprendida en doce tablillas.
El hallazgo de los fragmentos neobabilónicos de la epopeya de
Gilgamesh de Uruk muestra que esta epopeya despertó interés
a lo largo de más de un milenio. Este interés por la obra puede
constatarse incluso fuera de Mesopotamia y se han encontrado
también fragmentos hititas y hurritas de ella. No hace mucho
se halló un fragmento en Palestina, en las excavaciones de
Meggido.
Un rasgo distintivo <de la literatura mesopotámica es su carác­
ter anónimo. Casi nunca se encuentra el nombre del autor. Só­
lo de forma excepcioiíáí se indica el nombre del escriba, que
escribió o copió el texto. Unicamente en las inscripciones histó­
ricas o en obras de carácter legislativo se cita en primer término
el nombre del soberano por cuyo mandato fueron redactadas.
En estos casos aparece como autor algún distinguido escriba del
templo o del palacio; en ocasiones se trata incluso de un trabá-
jo de equipo. En algunos textos de Ugarit está indicado el
nombre del autor. Se conoce también el nombre del autor de
la famosa colección hitita sobre el entrenamiento de caballos.
Se llamaba Kikkuli y era caballerizo mayor de las cuadras del
soberano hitita.
Recientemente y gracias a las incansables investigaciones del
sumeriólogo americano W. G. Lambert han sido compilados y
estudiados en detalle numerosos fragmentos de obras redacta­
das en sumerio y acadio. Constituyen un catálogo de obras lite­
rarias de distintos géneros y diversos aútóres. Este catálogo pro­
cede de la biblioteca de Asurbanipal en Nínive y nos ofrece
una clara imagen del grado de documentación bibliótecaria al­
canzado en la antigua Mesopotamia a comienzos del primer
milenio antes de nuestra era.


Himnos y oraciones

Los himnos sumerios, poesías de circunstancias cuyo conteni­
do hace referencia al culto y que fueron escritos para venerar a
algún dios o al soberano, se cuentan entre las más antiguas
obras de la literatura mesopotámica. Uno de los más importan­
tes es el himno a Gudea, que describe la edificación de un
templo consagrado a Ningirsu, el dios principal de Lagash. Es­
te poema se desarrolla en dos cilindros de arcilla de casi, un
metro de altura y comprende aproximadamente 1.350 versos.
Tanto la elaboración formal como el contenido de él permiten
deducir que hacía ya largo tiempo que existía este género lite­
rario, así como su progresiva evolución. De la época de la terce­
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