mala acción o le matan o le maltratan, o le mutilan, o es hecho
prisionero y arrojado en prisión».
Otro tema del diálogo entre el dueño y su esclavo es la m u
jer: «Esclavo, ¡obedéceme!» — «Sí, m i dueño, sí» — «Quiero
amar a una mujer» — «Amala, m i dueño, ámala. El hombre
que ama a una mujer se olvida del dolor y de las preocupa
ciones» — «No, esclavo, no quiero amar a ninguna mujer» —
«No la ames, m i dueño, no la ames. La mujer es un foso, un
agujero, una tumba. La mujer es un cuchillo afilado, con el
que corta el cuello del hombre».
La obra continúa de esta forma. Cada decisión va acompaña
da del pro y del contra, representando así, con ligera ironía, la
relatividad de todas las acciones humanas. El fin a l nos presenta
la decisión del dueño de darse muerte a sí mismo y de matar al
esclavo: «Esclavo, ¡obedéceme!» — «Sí, m i dueño, sh — «¿Qué
sería lo correcto ahora? Cortar tu cabeza y lam ía y arrojarlas al
lío. Esto seña lo correcto» — «¿Quién es tan alto que llegue
hasta el cielo? ¿ Quién es tan ancho que llene toda la tierra ?» —
«No, esclavo, sólo te mataré a tí y dejaré que me precedas en la
muerte-» — «Dígnate entonces, señor, a permanecer con vida
sólo tres días después de m i muerte».
El texto que s;e acaba de mencionar forma parte indudable
mente de la literatura filosófica, pero no puede incluirse entre
las obras cicadas anteriormente, cuyo tema es el sufrimiento
que afecta a unaJ persona. Existen también algunas elegías muy
próximas a este ¿enero literario y que han sido descubiertas no
hace mucho entre las obras literarias sumerias. Hasta ahora, co
nocemos dos de pstas elegías, conservadas en el Museo Puchkin
de Moscú. Su edición se debe al trabajo de colaboración entre
S. N. Kramer y algunos de los más notables asiriólogos soviéti
cos. ;
! Tratados políticos
Entre este género de la literatura Mesopotámica se pueden
contar, por ejemplo, dos obras, conservadas sólo fragmenta
riamente, de época mesoasiria. Una de ellas, que abarcaba
aproximadamente 700 líneas, fue escrita evidentemente por
encargo de Tukultininurta I (1235-1198). Contiene una
descripción (desde luego bajo el punco de vista asirio) de las re
laciones entre Asur y Babilonia, que se encontraba todavía bajo
el dominio casita. Los casitas son representados en esta obra co
mo violadores de la paz; los reyes asirios, sobre todo Tukuitini-
nuna I, como el defensor del país elegido por los dioses y como
el dueño del mundo. La otra obra canta igualmente la gloria
del «invencible» reino de Asur. Es una oda, compuesta en for