Cuando, en el año 1964, se ediró la versión alemana de mi
libro, nuestros .conocimientos sobre la ciudad siria de Ebla1’
eran más que insuficientes. En una inscripción de Sargón I se
dice que el dios Dagan ha donado ál monarca la región del
«Mar Alto», y también Ebla, pero no se menciona su situación
de forma más detallada. Su descendiente Naramsin hace cons
tar en otra inscripción que ha conquistado las ciudades de Ar-
írianum y Ebla. Aunque estos documentos nos eran conocidos
hace ya múcho tiempo, nadie pudo extraer de ellos conoci
mientos más precisos acerca de Ebla, a pesar de que la inscrip
ción de Naramsin informa de la victoria sobre el reino rival, lo
que ha sido confirmado ahora por las investigaciones arqueoló
gicas. Pero incluso tras su sometimiento, Ebla desempeñó un
importante papel en el campo de la economía, principalmente
en el terreno comercial: según prueba la inscripción de Gudea,
de Ebla se llevaban a Lagash-Girsu maderas para la construc
ción y tejidos. En la época de la III dinastía de Ur, se menciona
a Ebla en un texto histórico de Shüsin. El nombre de Ebla se
encuentra a menudo en los textos económicos de este período
(procedentes de Lagash-Girsu, de Umma, de Drehim y de
Nippur), y raramente en documentos de la época de Isin y de
la I dinastía babilonia. En cambio, los comerciantes de Ebla
son mencionados en los documentos paleoasirios de Kanish y
una carta de la época mesoasiriá menciona a un emisario del so
berano de Ebla, presente en Asur. Una lista de nombres de
dioses de esta misma época, incluye el de una diosa de Ebla.
También algunos textos encontrados fuera de Mesopotamia ci
tan esta ciudad (por ejemplo, los de Alalakh, Emar, un frag
mento hitita y un ritual hurrita). El nombre de Ebla se en
cuentra incluso en fuentes egipcias (las inscripciones de
Khefren, de Thutmosis III y de Pepi I).
A pesar de todos esos documentos, se desconocía el papel
desempeñado por Ebla en la historia de aquellos tiempos. Sólo
los informes de Sargón y de Naramsin permitían suponer que
Ebla fue un importante centro político y económico; a cuyo so
metimiento dieron gran importancia ambos soberanos. Pero la
clavé para solucionar lo que se había dado en llamar el proble
ma de Ebla estaba en manos de capacitados arqueólogos, favo
recidos también en parte por la fortuna. Comenzaron a ocu-
Ebla. Un nuevo capitulo de la historia mesopotamica
15 En los documentos escritos, el nombre de esta ciudad se encuentra casi
siempre reproducido con el signo IB .LA/LA, más el determinativo local KI o
URU (por esto, en el Reallexicon der Assyriol., V .l/2, 1974, pág. 99 y ss. se
encuentra aún como Ibla). Sólo en un documento1 hurrita y en un texto pro
cedente de la ciudad siria de Emar se encuentra el nombre de esta ciudad
escrito urue-eb-la, lo que justifica la suposición de que el nombre de la
ciudad era Ebla.