razón cuanto que la situación geográfica de Ebla permitía man
tener importantes relaciones comerciales con la región del Me
diterráneo y que era al mismo tiempo el cruce de una vía que
iba del este al oeste con otra que iba del norte al sur, cuya im
portancia estratégica no era menor.
El período de esplendor de Ebla coincide con la llamada
época protosiria 11.a (2400-2250) y conocemos, por documen
tos procedentes de la misma Ebla, los nombres de seis monar
cas consecutivos: Igris-Khalam, Irkab-Damu, Ar-Ennum16,
Ebrúín, ya mencionado, sü hijo Ibbi-Sipis17 y su nieto Du-
bukhu-Ada. Ebla comenzó a crecer a partir de los primeros
años del siglo XXVI, habiendo tenido hasta entonces el carác
ter dé comunidad rural. Al convertirse en una ciudad-estado,
sus dirigentes recibieron el título de ^H-malik (sus esposas,
que a veces desempeñaban importantes cargos públicos,
recibían el de maliktum). A partir de las primitivas asambleas
comunales, se formó él consejo de los ancianos: en —^ en, ab-
bu, esto es, los padres (de la ciudad). También los gobernado
res de algunas ciudades, cuyo título era lugal o di — ku se
hallaban subordinados a los soberanos de Ebla.
Su privilegiada situación geográfica contribuyó a que Ebía
mantuviese su importancia como centro comercial y conservase
una cierta independencia política, apreciable aún durante ía
llamada época siria antigua I (2000-1800 a. de C ), incluso tras
la derrota sufrida ante Naramsln, que mermó considerable
mente su poder político. Esa fue también la época del reinado
de Ibbit-Lim, cuya estatua, como ya se ha mencionado, forma
parte de los primeros monumentos que nos dieron a conocer el
nombre de Ebla, fuera de las fuentes descubiertas posterior
mente. Ebla conservó su importancia como centro comercial
hasta el siglo XVII a. de C ., sin ejercer ya, no obstante, su anti
gua influencia política. En el siglo XVI era ya tan sólo una pe
queña e insignificante población, casi un campo de ruinas. Y
desde mitad del siglo XV ard e C. no existe ninguna referencia
a Ebla en ningún documento.
Ebla se cuenta entre los más importantes hallazgos del anti
guo Oriénte a causa de los documentos encontrados allí. Esté
material —prescindiendo de la estatúa de Ibbit-Lim ya men
cionada y de unas 15 tablillas de arcilla, encontradas el año
1968— se hizo esperar otros seis o siete años. La «cosecha» del
añó 1974, muy pobre en número, fue extraordinariamente im
16 Según los documentos de Ebla, este rey envió a Mari a su funcionario Enna-
Dagan, donde éste derrocó al soberano local, Iblul-il, titulándose a sí mismo
«rey de Mari».
17 Este orden de sucesión, constatado por P. Matthiae (Compres rendus de
l’Acad. d. Inscr. er Belles Lettres, 1977, pág..165 yis.) en los nuevos docu
mentos descubiertos ha variado el indicado anteriormente por G. Pertinato
(en Reallex. f. Assyriol. V, 1975, pág. 12).