que extendió las ideas de una nueva religión: el Islam. El año
762, el califa Mansur ordenó la construcción de la nueva metró
polis del país, Bagdad, en el lugar de una antigua fortaleza asi
ria en la mitad del curso del Eufrates. Desde entonces, excep
tuando algunos breves intervalos, Bagdad ha sido siempre has
ta nuestros días la capital del país. La importancia de la antigua
Babilonia, la ciudad de Seleukeia, construida por los griegos, y
la de la ciudad parta Chtesifonte, se pierde por completo. Bajo
la élite de los griegos o persas, vivían en estas ciudades numero
sos e insignificantes colonos y pequeños productores, ya total
mente arameizados, cuyos antepasados fueron los antiguos asi
rios, babilonios y elamitas. También a Mesopotamia se le dio
un nuevo nombre: el Irak el Arabi (para distinguirlo del Irak
persa).
La dominación árabe en el Irak sufrió interrupciones. Du
rante el gobierno del famoso califa Harum el Raschid, Bagdad
creció hasta convertirse en una ciudad con más de un millón de
habitantes, y alcanzó un nivel extraordinariamente alto, tanto
en el aspecto económico como en el cultural; Su prosperidad
resultaba tentadora para sus vecinos. Los sucesores de Harum el
Raschid sólo fueron califas por el nombre, el gobierno estaba
en realidad en las manos de los sultanes turcos. En el año 1258,
durante las incursiones de los mongoles, Bagdad fue conquis
tada y saqueada por éstos. Similar destino afectó a la ciudad en
el año 1393, cuando el temido jefe tártaro Timur Lenk asesinó
a ja mayor parte de la población y devastó totalmente el país,
arrasando su red de canales, de tal forma que sólo en el siglo
XVI pudo despertar a una nueva vida. El número de habitantes
de Bagdad era entonces de 15-000. Otra circunstancia contri
buyó también al decrecimiento de la prosperidad de la pobla
ción : la progresiva salinización del suelo.
Los persas sostuvieron nuevas luchas con los turcos osmanlís
por el territorio iraquí. Finalmente, los últimos consiguieron,
e l año. 1-638 conquistar Bagdad y permanecer en Irak durante
casi tres siglos. A principios del siglo XIX, se anunció un nuevo
pretendiente de la región iraquí: Inglaterra; La India y la costa
del Golfo Pérsico se encontraban entonces bajo la soberanía
inglesa. Para Inglaterra, el Irak suponía el camino más corto
hacia Persia y la India. También Napoleón intentó, siguiendo
las huellas de Alejandro Magno, llegar hasta las orillas del In
do. La derrota que le infligiéron los ingleses enterró sin embar
go para siempre sus ambiciosos planes de conquistar este terri
torio.
Cuando en el año 1839 se establecieron los ingleses en la
ciudad de Adén, creció su interés por Irak. El petróleo, prime
r o sólo persa y luego también iraquí , resultó ser un nuevo y po
nderoso imán. Los ingleses creyeron que el apoyo a los movi
mientos de liberación árabes contra los turcos era el camino
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