Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

(alangleds1) #1

presuponía poseer mucha experiencia y mucha paciencia, de
las que carecieron los primeros excavadores. Así, al impetuoso
Layard se le pasó por alto el Tell que escondía Nippur, el más
importante centró cultural sumerio. En el año 1889 comenzó a
investigar la expedición de la Universidad de Pensilvania, diri­
gida por el arqueólogo J. P. Peters. A pesar de las numerosas
dificultades que encontraron, lograron un gran éxito. Dieron
con los restos del templo del dios Enlil, las ruinas del palacio y,
sobre todo, el barrio de los escribas, donde se descubrieron va­
rios miles de tablillas de arcilla. Aunque estas excavaciones du­
raron más de diez años, no fue posible dejar al descubierto to­
do el asentamiento. Medio siglo más tarde, en el año 1948,
volvió de nuevo a Nippur una expedición americana, dirigida
por E. M. Cown, que llevó a cabo una investigación sistemática
de toda la zona. Salieron entonces a la luz valiosas obras en
escritura sumeria, que posibilitaron completar los conocimien­
tos sobre la vida socio-económica y cultural de Sumer.
Se consagraron grandes esfuerzos al descubrimiento e inves­
tigación de la ciudad sumeria de Ur, que según el relato bíblico
—Ur de los Caldeos— es considerada la patria de Abraham. El
primer intento lo emprendió el entonces vicecónsul inglés en
Basora, J. E. Taylor (1845). Se interesó por una construcción
bigradual, cuyo segundo escalón tenía una terraza que rodeaba
todo el edificio. Podía reconocerse aun una amplia escalera que
accedía a la primera planta. Bajo cada una de las cuatro es­
quinas de esta construcción, Taylor encontró una «cédula de
fundación», que, según una antigua tradición, se colocaba
siempre en los fundamentos de las construcciones públicas. Es­
ta «cédula» era del último rey babilonio, Nabónido, que no fue
sin embargo el constructor, sino el último renovador de este
edificio. Taylor constató que se trataba del templo dedicado a
Sin, el dios de la luna. Descubrió además valiosas estatuas y un
gran número de tablillas sumerias. Con esto dio por cumplida
su tarea. Ur dejó de interesar a los investigadores, aunque sólo
momentáneamente. Los nativos utilizaron nuevamente los
ladrillos de las ruinas para construir sus propias viviendas.
Hasta el año 1919 no regresaron los ingleses a Ur. El mayor
éxito en cuanto a hallazgos verdaderamente trascendentes lo
alcanzó aquíL. Woolley, que dirigió la expedición común del
British Museum y de la Universidad de Pensilvania de Filadel-
fia. En doce etapas, de 1922 a 1934, descubrió, siguiendo un
procedimiento estrictamente metódico, el zigurat del templo
dedicado al dios lunar (véase fig. 13). La superficie de este
templo rectangular medía 65 x 43 m. Pudieron constatarse
tres escalones de la torre. La altura del primero era de 9,35 m .,
la del segundo de 2,5 m. y la del tercero de 2,3 m. En la plata­
forma superior fueron hallados los vestigios de un templo des­
tinado a las «nupcias sagradas» del dios principal con la diosa.

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