consecuencias de la defensa propia derivada de sus actos, lo que
unido al karma equilibraría la balanza. Este es un tema
controvertido que solo la ciencia del futuro podrá solucionar por
eso, ante la duda, yo considero mejor defender la justicia total y
sin excepciones.
Hasta ahora, me he referido a como se regula la relación entre la
justicia y la injusticia y mi conclusión es que para poder convivir
con el resto de nuestros semejantes es necesario defender la
conducta justa como norma moral principal con independencia de
que se admitan o no las excepciones. También es importante
señalar, que la relación entre estos dos potenciales se haría en el
plano horizontal, que es el que regula aquello que tendría sentido
y por lo tanto sería bueno hacer, pero solo en la magnitud que
pudiéramos considerar lógica. Pero no debemos olvidar, que solo
se debe hacer de forma excepcional aquello que tiene sentido,
pero todo lo que es absurdo debe ser rechazado siempre.
BIEN Y MAL
Es evidente que para poder ser feliz es necesario tener claro que la
justicia debe ser el eje de nuestro comportamiento moral, tanto si
se aceptan excepciones a esta regla como sino. Esto significa, que
si se aceptan excepciones deben ser siempre algo secundario, por
eso, cuando alguien se plantea cambiar la situación y convertir la
injusticia en el eje de su conducta se produce una inversión de
polaridades que da lugar al mal, es decir que el mal no representa
solo una magnitud de la conducta injusta de la dimensión
horizontal, sino que es un estado diferente, por el que la injusticia
se convierte en el eje de la conducta, lo que lleva a una inversión
de polaridades que provoca el sufrimiento de quien lo hace,
porque se convierte en un ser antisocial. En una cruz hipotética de
dimensiones el mal está situado abajo y representado por el color
negro el bien estaría situado arriba y representado por el color