EPÍLOGO
Con este libro pretendo demostrar que en la vida no hay solo una
forma de ver el mundo que nos rodea. Si nos esforzamos por
comprender la realidad íntima de las cosas podremos visitar el
otro universo, es decir el universo de la explicación metafísica
que existe detrás de todos los acontecimientos de la naturaleza y
una vez hayamos comprendido esos descubrimientos podremos
aplicarlos a nuestras vidas. Por eso, no debemos conformarnos
con lo que nos dicen las organizaciones religiosas o los políticos,
sino que debemos buscar y emocionarnos con nuestros propios
descubrimientos. El lector habrá podido observar que con
frecuencia regreso sobre los mismos temas, esto se debe a que
según el tema de que se trate puede ser necesario volver al mismo
asunto para añadir algo que no estaba dicho o también para
estudiarlo bajo un enfoque diferente, pero siempre será mejor
repetir dos veces el mismo asunto antes que omitir algo
importante. No debemos olvidar, que la metafísica es una ciencia
tan compleja que solo en ocasiones excepcionales podemos ver
con claridad el fondo de cada cuestión, es como tratar de volar
hacia el sol, pero las circunstancias de la vida nos empujan hacia
abajo y como si fueran nubes de tormenta nos obstaculizan el
acceso a la visión completa del horizonte. A veces, los árboles no
dejan ver el bosque, por eso, la labor del filósofo es ascender por
encima de ellos y ver las cosas con perspectiva. Porque un
auténtico filósofo no encuentra la verdad simplemente
aprendiendo lo que otros opinan sino que trata de ir a la fuente y
usar su propia inteligencia para encontrar esa verdad, es decir que
da más importancia a sus propias investigaciones que a las modas
o los prejuicios con los que se encuentra.
Lamentablemente, son muchos los que se autodenominan
filósofos pero muy pocos los son de verdad, porque para ser un
filósofo no basta con querer, sino que es necesario tener la