ENQNQLAB

(rjguadog) #1

—¡Vergüenza debería darle! —espetó otro—. ¡Mira que hacer eso a un pobre
anciano que no hizo nada malo!
—Tiene unos buenos glúteos, pero es un maldito canalla —dijo una pasajera
enfadada. Por motivos obvios, fue el comentario menos hiriente que escuchó
Harlon.
Así fue cómo la indignación hacia Harlon permitió que Melibia no recibiera
los agradecimientos que merecía. Para la mayoría de la gente, es más divertido
insultar que elogiar.


Melibia Esprún había salvado el día, pero faltaba la pieza más importante del
grupo. ¡Roberto había desaparecido! Afortunadamente, casi todos los pasajeros
abandonaban el vehículo en aquella estación: eso les daría tiempo para avisar al
personal. Estaban dispuestos a buscar en todos los resquicios del Quantum Express
para encontrar al tierno infante. ¡Todo fuera por su amigo!
—¿Qué tal si nos vamos? —propuso Ana—. Total, no será el primer niño que
se pierde.
A Meli le dio mucha pena: Roberto siempre le permitía demostrar su erudición
con sus insistentes preguntas. No iba a enfadarse por un «quíteme allá eso de no
ayudarme cuando le pedía ayuda en el bosque». Pero llorar era lo peor que podían
hacer. Tenían que seguir adelante, con o sin Roberto.
Repentinamente, escucharon una voz adulta y masculina:
—¡Ayudadme, por favor! Me he quedado atorado. ¡Qué estrecho es este
espacio!
Dado el tono grave, Harlon y Ana pensaron que no se trataba de Roberto, así
que decidieron ayudar. «Es bajito», fue la primera impresión del detective. ¿Y qué
demonios estaba haciendo encima de su asiento? Tiró de ese pequeño cuerpo hasta
liberarlo del espacio para maletas, cayendo ambos sobre el suelo del tren tras un
tirón demasiado fuerte.
Por supuesto, era Roberto.
Después de un instante de choque emocional, Ana comenzó el interrogatorio:
—¿Qué hacías ahí, niño tonto? ¿Tienes complejo de maleta?
—¿Y cómo lo haces para imitar tan bien la voz de un adulto? —preguntó
también Melibia.

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