TODO SOBRE SU PADRE
La edad de Harlon no llegaba a las dos cifras cuando aquel hombre, el hombre
que había sido su padre hasta que resultó que no había sido su padre, comenzaba a
insistir sobre la suerte que tenía el niño por haber nacido en el seno de una familia
rica, poderosa y especialmente numerosa. Una de las cosas que el pequeño debía a
ese azar del destino era, según Gorgos Cracksey, la vida. Al fin y al cabo, el mundo
estaba en guerra. El conflicto destruía familias enteras, pero la familia Cracksey era
relativamente inmune a la guerra^23.
—¿Qué habrá pasado con Migolín? —preguntó Harlon con ingenuidad,
indudablemente preocupado por su amigo de la infancia.
—Tranquilo, hijo, tranquilo. No creo que ninguna bomba haya alcanzado su
casa. —Gorgos sonrió con ternura—. Habrá muerto por enfermedad.
El niño notó cómo se estimulaba su secreción lacrimal.
—¡No digas eso, papá! ¿Y el cómic que le dejé?
—Te conseguiré otro ejemplar... aunque tenga que asaltar la editorial a punta
de talonario.
—¿De verdad? —El llanto se tornó en lágrimas de alegría—. ¡Eres el mejor
padre del mundo!Gorgos Cracksey decidió marcharse de Jouleburg cuando fue expulsado. Su
hermano no permitía que se cuestionara la democracia y mucho menos su elección
de vino para la infame coronación del cráneo de Brunswick. Ya lejos de la capital,
compró una parcela de dos hectáreas y una casa muy cerca del nacimiento del río
Chromel, con la intención de huir de la civilización y del capitalismo, para dedicarse
apartadamente a ver la televisión, a jugar a la Tostagrafx y a controlar sus
operaciones bursátiles por teléfono.
El suceso dejó a Stevn con el deber moral de educar a Harlon. Y, en contra de
lo que solía hacer con sus deberes morales, decidió atenderlo. Fue una lástima que(^)
(^23) Algo meritorio, habiendo sido promotora de la misma. O quizás por eso mismo.