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su particular modo de educar conllevara riesgos de ahogamiento y lesiones varias.
Fue por una de aquellas fracturas por lo que pudo comenzar su relación amorosa
con Cherissa Howllend, de modo que la desgracia quedó sobradamente compensada
con una tragedia.
Durante una de las lecciones de Stevn, el educador exigió a Harlon que se tirara
de espaldas desde una altura de dos metros, asegurándole que él estaba ahí para
cogerle. El púber, que contaba catorce años a la sazón, albergaba ciertas sospechas
después de que peticiones similares hubiesen desembocado en envenenamiento,
hipotermia o distintos esguinces, pero finalmente se dejó caer. Su tío se apartó,
dejando que Harlon se estrellara contra el suelo y sufriera una fractura transversal
del sacro. Cuando la víctima dejó de gritar de dolor, Stevn concluyó la lección:
—Esto lo he hecho para que aprendas cuándo desconfiar y cuándo no. Las
respuestas son, respectivamente, siempre y nunca. Y cuanto mayor es la fiabilidad
de la que presume una persona, tanto mejor haces en desconfiar de ella.
Convaleciente y reprimiendo su dolor con analgésicos, Harlon recordó la suerte
que tenía por haber nacido en el seno de una familia rica, poderosa y especialmente
numerosa. Para colmo de males, el hospital en que se hallaba era público: con esa
elección, Stevn pretendía demostrar que le importaba tanto la sanidad pública que
llevaba ahí a su sobrino.
O eso, o le importaba tan poco la salud de su sobrino que lo dejaba en manos
de la sanidad pública.
— Tienes visita —anunció la enfermera.
Cherissa entró con un bloc de notas y un bolígrafo. No se limitó a examinar a
su amigo con la mirada. La muchacha anotó la reacción observada tras presionar
con su dedo índice derecho distintas partes de la anatomía de Harlon.
— Voy a cambiarte la cuña —decidió ella.
El jovencísimo paciente ensayó todas las posibles racionalizaciones de la
vergüenza que sentía. Que la enfermera se había encargado de ello cinco minutos
antes, que su orina era altamente tóxica, que el plástico estaba impregnado con un
adhesivo potentísimo, que ese orinal era el interruptor secreto para activar la
autodestrucción del hospital. Pero la brusquedad de Cherry con las piernas de su