amigo daba la sensación de que no le había quedado clara la negativa de Harlon.
De repente, el neocórtex del cerebro de Harlon se enfadó justificadamente con
el sistema límbico. ¿Qué neurona de la amígdala tenía tan pocas neuronas que
concluyó que esa reacción era una buena idea?
A la sazón, Harlon era tan inocente que esperó que Cherry no se diera cuenta.
—¿Me deseas? —susurró malévolamente en la oreja de Harlon.
—Sabes que estoy con Tina.
—Eso no responde a mi pregunta.
Tina iba al mismo colegio que Harlon y atendía al curso inmediatamente
inferior. ¡Hacían tan buena pareja! Se cogían de la mano, se besaban en los labios,
veían juntos películas de acción e incluso estudiaban juntos. Lo más cerca que
estuvieron de descubrirse sexualmente el uno al otro fue cambiarse de calcetines en
la misma habitación, conque en ese aspecto Cherry tenía una oportunidad
excesivamente sencilla. Le hizo disfrutar y sufrir, alternativamente, torturándolo
tanto que él acabó perdidamente enamorado de ella.
—¿Qué opina Tina de nuestra relación? —inquirió Cherry por curiosidad, ya
habiendo comenzado a salir con Harlon.
— No creo que tenga un problema con esto. Me ha dicho que le parece
«realmente excelente» que me vaya contigo.
— Ah, ¿sí? ¿Recuerdas las palabras exactas, Harlin?
— Algo así como... «Me parece realmente excelente que te vayas con esa zorra.
¡Ya te arrepentirás! Pero cuando te arrepientas, yo ya no estaré: no quiero volver
a verte en la vida».
Al adolescente le asaltó la intuición de que algún problema sí tenía la buena de
Tina. ¡Con tan solo catorce años comenzaban a aflorar sus dotes de detective! En
cualquier caso, la risa a carcajadas de Cherry le indicó que no debía preocuparse.
La relación fue tan tormentosa como adictiva para el muchacho. Se podría decir
que ella, decidida a mejorar como persona, puso todo el empeño posible para
comprender cómo respetar los sentimientos de los demás, pero habría que añadir
que fue demasiado estudiosa.
Llegó el momento: Harlon reparó en que no podía encontrar nada en ella que
no fuera premeditado y fríamente racional. Entonces, se armó de valor y decidió