la decisión de un inspector o de un juez, habían resuelto que fue un suicidio sin
asistencia. De todas formas, Cracksey no habría hecho el menor caso. El recuerdo
de Antón, no obstante, fue suficiente para impulsar la participación de Roberto en
la conversación.
—Usted no confía en la Policía y quiere que nosotros, dos de los estudiantes
más aventajados del sistema educativo español —Roberto prefirió omitir el hecho
de que había sido expulsado de clase—, unidos al famoso Detective Durmiente, y
con la inestimable ayuda de una lectora con grandes conocimientos de física
cuántica, investiguemos estas muertes y encontremos a los culpables.
Stevn Cracksey frunció el ceño. Milagrosamente, Roberto había acertado algo:
el presidente no confiaba en las fuerzas policiales. Y hacía bien, puesto que él
mismo había situado en altos cargos a numerosos amigos, familiares, amigos de
familiares, familiares de amigos de familiares y amigos de familiares de amigos.
—No quiero que busquéis culpables. Los culpables ya los tengo, pero no tengo
indicios ni pruebas para encausarlos. —Cracksey depositó sus manos sobre la mesa
y se inclinó hacia adelante—. Veréis: las encuestas de intención de voto muestran
que perderíamos las siguientes Elecciones. Cordolç podría volver a gobernar. Y,
como sabe cualquier ciudadano bien informado, eso supondría el fin de la libertad
en El Valle.
Muy especialmente, supondría el fin de la libertad de aquellos compañeros de
partido que esperaban alguna resolución judicial con toda la paciencia que el
gobierno les permitía.
—Se equivoca, señor Cracksey —corrigió Melibia al presidente—. Los
sondeos dan una ventaja de dos puntos al PIC.
—Porque han pasado por el filtro de Cherry —replicó Stevn con un gesto que
quería decir: «¿Es que tengo que explicarlo todo?»—. Pero la materia prima, un
montón de datos insuficientemente fiables para ser publicados, decía lo contrario.
Como ocurre con cualquier mortal, Linda Cordolç no podía estar ubicada en
dos sitios al mismo tiempo y en el mismo universo. No podía estar en el Palacio de
Vanadio, ocupando el puesto de presidenta de ambas márgenes, si estaba en la
cárcel, ocupando el puesto de líder de una organización criminal.