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(rjguadog) #1

Isabel conjeturó que reparar manualmente la tostadora desharía el estado de
compresión mecanocuántica macrofemtoscópica.
Pero el error había sido de Lourdes. Tenía una sola misión, una misión muy
sencilla: infiltrarse en el sistema educativo español y conseguir que todos los niños
leyeran las obras tardías de Balzac. Tenía una sola misión y había fracasado. Si no
arreglaba el entuerto, sería despedida de su trabajo vitalicio. Ser despedida de un
trabajo vitalicio solo puede significar una cosa... y la señorita Soler quería ser una
mujer del siglo XXI.


Eyección.
Las agentes del Gobierno Intermundial Secreto cayeron al suelo y fueron
empujadas hacia la pared por la onda expansiva. Lo mismo pasó con los muebles y
los cuadros. Una luz cegadora inundó la estancia; no era blanca, no era roja, no era
amarilla. Ese color carecía de denominación en todos los idiomas humanos. Era
como si, al menos durante unos segundos, Lourdes e Isabel hubiesen adquirido la
capacidad de ver la radiación infrarroja con sus propios ojos.
—Cherry, necesito cambiar de juego porque ya he perdido dos veces.
El pequeño no parecía haberse enterado de nada. En efecto, mientras que entrar
en el mundo del interior de la tostadora implica sufrir quemaduras de primer grado
y cierto mareo, las consecuencias de volver al mundo exterior son sufridas por los
demás, al igual que ocurre con otras cosas como morirse, ser imbécil o encender las
luces de carretera en poblado (valga la redundancia).


—Un... niño. —Isabel seguía aturdida.
—¡Roberto! —exclamó Lourdes, llena de júbilo. La conjetura de su mentora
había sido correcta. No tanto como su propio trabajo con la caja de herramientas,
claro. Digno de una mujer del siglo XXI.


—¿Señorita Soler? ¿Qué hace usted en el mundo del interior de la tostadora?
»Espere: déjeme adivinar. Todo el claustro era consciente de su incapacidad
para obtener la atención de los alumnos, así que...


La maestra interrumpió bruscamente su discurso. Estaba acostumbrada a ese
mal hábito de Roberto: inventarse una retahíla de estupideces que solamente habían
resultado ser ciertas cuando predijo el guion de «Terreno salvaje».

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