ENQNQLAB

(rjguadog) #1

—Adivina primero dónde estás tú, querido alumno cuya atención soy incapaz
de obtener.
—¿Decía usted algo?
Por alguna razón, pese a haber viajado desde la misma tostadora, la niña no
había asistido a la peculiar invocación. Pero ella sola no podría cumplir la profecía.


En el Palacio de Vanadio, el simpático niño de nueve años había tenido a su
disposición todos los lujos con los que soñaba desde que cumplió los ocho. Con una
biblioteca extensísima, ponis y lacayos a su servicio, Roberto se había limitado a
jugar con la Tostagrafx. Pero cuando lo hacía, era consciente de que poseía una
biblioteca extensísima, ponis y lacayos a su servicio. Eso lo hacía feliz.
Con sus nuevas secuestradoras, su calidad de vida disminuyó. Aunque también
había consolas de videojuegos en esa finca, lloraba a lágrima viva porque había
dejado de poseer muchas cosas que no usaba. Su maestra y la mujer negra que se
hacía pasar por la madre de la señorita Soler (Roberto se preguntaba si realmente
había conseguido engañar a algún capullo) hacían lo posible por consolarlo, pero
es inútil tratar de rellenar con afecto la carencia de bienes materiales. Y no era un
amor sincero, que era lo que merecía el niño: se comportaban amablemente porque
querían extraerle información.
—Robertet —dijo cariñosamente la señorita Soler, flexionando las rodillas—,
¿te lo estás pasando bien? ¿Podrías decirnos qué cositas te enseñó la ministra de
Cracksey?
Tuvo la enorme deferencia de hacer un poquito de eso que se podía llamar caso
a su maestra. Incluso la miró a la cara durante unos segundos.
—¡Que me digas de una condenada vez qué te contó Cherissa sobre sus planes!
¡Con qué facilidad perdía la paciencia! No era tan buena como Cherry, desde
luego.
—Está bien —accedió el alumno—. Lo primero que me enseñó fue: «En el
caso improbable de que seas secuestrado por agentes del Gobierno Intermundial
Secreto, quiero que les digas lo siguiente».
—¡Qué hija de...!

Free download pdf