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(rjguadog) #1

Lourdes Soler se hizo pasar por una vulgar raptora, ocultando así su identidad
de raptora exquisita, para pedir un copioso rescate por Roberto. Algún ingreso había
que sacar de la captura del muchacho, ¿no? Como mínimo, algo que hiciera olvidar
la rotura de muebles y cuadros que provocó al regresar a este mundo, además de
todas las consecuencias de su actividad cuando dejaba de jugar a la consola. Ciertos
jarrones habían costado mucho dinero y el perro ahogado tenía pedigrí. Isabel se
había enfadado mucho.
—No es mal precio por mi hijo —respondió la Sra. Gracia al teléfono—, pero
podría ser mejor. Quedo a la espera de una buena oferta.
—¡Dos por uno! —probó la maestra, ya desesperada—. La tostadora y el niño
al precio de la tosta...
—Mejor al precio del niño.
—Pero, señora, tenga en cuenta que...
—Nada, nada. Hace dos años me lo secuestraron unos mafiosos procedentes
de algún país exsoviético. ¡Ellos sí que me dieron un presupuesto asequible!
—¿Y la inflación qué? Mire que con tantos años ya de Felipe González...
Al final, la Sra. Gracia se llevó gratis un jugoso pack con el niño, la tostadora
y una compensación de cien mil pesetas. Definitivamente, el Gobierno Intermundial
Secreto necesitaba mejores negociadores.


Lleno de alegría y de ilusión por el calor del hogar familiar, Roberto descubrió,
uno a uno, los regalos del seis de enero de 1996.
Se había resignado a comprarlos su madre, aceptando que los Reyes Magos
jamás visitarían esa casa. «¿Por qué nunca vienen aquí?» Siempre conseguían entrar
en la suya cuando ella era una niña, pese a que las condiciones meteorológicas
solían ser más adversas que en Alicante. ¿Acaso Roberto no era un niño bueno?
Difícil: con tantos estándares morales en el mundo, su hijo indefectiblemente
cumpliría al menos el imperante en algún país reconocido por la Organización de
las Naciones Unidas.
Por otro lado, ciertamente, era más fácil allanar una morada en épocas
anteriores. A los Reyes Magos de Oriente les bastaba con pedir las llaves al sereno.
Ya en los noventa, necesitarían un permiso municipal, una autorización ambiental

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