LA NIÑA QUE SABÍA DEMASIADO
Tras el empate de los contendientes, la ronda tercera y definitiva estaba a punto
de tener lugar.
La luchadora china fijó su mirada en los ojos del boxeador. Se percibía como
una heroína que se enfrentaba a un villano. Los rápidos pies de ella habían chocado
innumerables veces contra los puños de él. No pudo evitar preguntarse si aquella
ocasión sería distinta: si conseguiría averiguar algo sobre el paradero de su padre.
Balrog, por su parte, puso su mente en blanco. Es lo mejor que puedes hacer
cuando tu creador te cambia el nombre en Occidente y designa con el tuyo a tu jefe^6.
«Una víctima más de tus nudillos, Mike». Eso fue todo lo que se dijo. No tenía
consideración alguna con sus rivales; esa jovencita estaba lejos de ser una
excepción.
Chun Li comenzó con una predecible serie de saltos y patadas. Esas técnicas,
bien ejecutadas, le habían valido la victoria en la primera ronda, pero un boxeador
aprende. Balrog respondió inteligentemente con bloqueos y ganchos. ¡Las piernas
legendarias no hallaban cómo zafarse de los puños de acero! Tras treinta segundos,
el norteamericano vio la oportunidad de emplear aquella técnica ilegal que le valió
la descalificación en algún estúpido torneo.
Head Bomber!
Dolor. ¡No esperaba ese cabezazo! Aturdida, vio que Balrog avanzaba
altaneramente hacia ella, con disposición a rematarla. No podía esperar piedad por
su parte. Pensó en bloquear el inminente gancho, pero... ¿cómo? Su margen era de
una décima de segundo... y la aprovechó. El contraataque de Chun Li sorprendió a
su rival. Él esperaba un combo de golpes altos, pero la patada baja de la china
provocó que cayera sobre su espalda. ¿Era posible la remontada?
«Sí», pensó Chun Li con esperanza, «siempre y cuando el jugador que me
controla sea suficientemente inteligente para ejecutar ahora un Kikouken».
¡Ups!(^)
(^6) Nuestro Balrog se llamaba M. Bison en Japón. Nuestro M. Bison, Vega. Nuestro Vega, Balrog. Y
yo creyendo que hago cosas absurdas...