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(rjguadog) #1

—Y finalmente llegamos a la cocina —expuso—. Para mí, solo sirve para
comer. Pero mis padres vienen aquí a limpiar y a cocinar, incluso. Son de sacarle el
máximo rendimiento a todo.
Ana recorrió sin prisas los ocho metros de largo que medía la cocina. La niña
examinó minuciosamente todos los electrodomésticos: el horno, un magnífico
ejemplar de Fagor; el lavavajillas, todo un Balay de Caesar Augusta; la fría nevera,
de Bosch... hasta que la tostadora pareció centrar su atención.
—Este electrodoméstico servirá —anunció la niña.
—Sirve para hacer tostadas, creo. ¿No tienes tostadora en casa?
—Sí. Pero también tenemos en casa los relatos de mi tío-abuelo Dirk. Mis padres
no están seguros sobre la veracidad de sus escritos pero, por si acaso, mantienen los
electrodomésticos fuera de mi alcance.
El pobre niño no entendía nada. Quedó aún más confuso cuando vio a Ana
cogiendo una botella de aceite de oliva.
—¿Quieres hacer tostadas con aceite, como los jienenses? ¡Eso aporta muchas
calorías! ¡Y mi vida es muy sedentaria! —Roberto se escandalizó.
—No vamos a tostar pan, niño tonto.
—Entonces, ¿para qué demonios quieres usar la tostadora? —inquirió el chico
con cierta suspicacia—. ¿Para meterte dentro? —inquirió el chico con cierta
mordacidad.
—Claro.
Roberto experimentó una profunda perplejidad. ¿Para meterse dentro? Pero
¿por qué? ¡Si ya hacía mucho calor en septiembre! Aunque la tez de Ana era
pálida, la tostadora parecía un recurso demasiado radical. Y había otra cuestión
para la cual no encontraba respuesta:
—¿Cómo es posible meterse en un objeto más pequeño que uno mismo? ¡El
contenido no puede ser más grande que el continente! Summa Theologica, libro
primero, cuestión...
—No sabes nada, Roberto Angulo —reprochó Ana—. Simplemente metiendo
nuestras manos y necesitando viajar a otro mundo, tendrá lugar una compresión
mecanocuántica atómica de emisión infravioleta-ultrarroja de alta resolución.
—A lo mejor están hablando de eso mismo en clase.
—¿Ahora, con la LOGSE? Lo dudo.

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