¿SUEÑAN LOS BOTIJOS CON OVEJAS CERÁMICAS?
Era el año 177 después de Joule en el mundo del interior de la tostadora.
Sabido es que en nuestro mundo son muchos los defensores de la agricultura
orgánica frente a las semillas transgénicas y al uso indiscriminado de pesticidas.
Pero lo que poca gente sabe es que muchos agricultores del mundo del interior de
la tostadora habían ido más allá, proponiendo una tercera vía: la agricultura
inorgánica.
Un día como otro cualquiera, Eustrobio y Márgara recogían la cosecha de su
humilde huerto. Eustrobio comprobó que los botijos estuvieran creciendo
correctamente. ¡Incuso habían crecido dos botijos donde no recordaba haber
sembrado! Cuantos más, mejor.
El cultivo de botijos es un arte de inmensa complejidad: hay que sembrar sílice
y alúmina en una proporción determinada, regar con ácido cada poco tiempo,
abonar con sulfato ferroso. Han sido muchos los agricultores del mundo del interior
de la tostadora que, queriendo obtener botijos, han cosechado jarrones chinos,
huchas de cerdito y estatuas de héroes griegos. A nadie le ha refrescado nunca una
estúpida estatua de Áyax de Telamonio.
Afortunadamente, Eustrobio era todo un experto. Ello no le impedía recibir, de
vez en cuando, algún grito de su esposa.
—¡Maldita sea, Eustrobio! —Márgara parecía enfadada—. ¡Te tengo dicho que
no plantes células madre humanas, que tú te pierdes fuera de lo que sea juntar dos
piedras!
—Pero yo nunca he sembrado células madre ni...
—¿No? ¿No? ¿Entonces cómo explicas esto que ha crecido aquí?
La mujer, visiblemente entrada en años pero con un bronceado estupendo,
señalaba los dos cuerpecitos que parecían haber salido de la nada. Los niños estaban
enrojecidos y adormilados.