—Mi colega se refiere a que el ascensor no tira —aclaró Black.
El subinspector frunció el ceño, los labios, la nariz y todo lo susceptible de ser
fruncido, harto de tanta cháchara. Agarró el uniforme de Black y el de White con
sendas manos, algo que solía hacer para demostrar que su inmerecida autoridad era
merecida.
—Black, White —ordenó Grey—, haced el favor de ir a hacer algo útil, como
presionar a los técnicos para que arreglen el ascensor de una vez.
Los agentes entraron en el edificio mientras Harlon Cracksey, por pura
curiosidad, inquiría a Grey sobre el caso. ¿Cómo habían sido informados de que el
arrendatario había sido asesinado? El subinspector Grey extrajo un bloc de notas
que guardaba en su holgado uniforme.
—La víctima, Antón Lieja, vivió en el edificio durante tres horas —explicó el
policía—. De alquiler. Ahora sigue estando en él, pero no viviendo. Viudo, sin
hijos. No creo que tuviera nietos. He hecho muchas llamadas, dos por lo menos...
pero nadie conocía al anciano. ¡Lástima!
—Pero, subinspector, ¿sabe algo sobre el arrendador? Su madre me dijo que
había espinacas con nata para cenar. Algo raro ha tenido que pasarle para saltarse
una cena así.
—Íbamos a contactar con él, Harlon, te lo aseguro. Y cuando estábamos a punto
de marcar el teléfono de su casa, ¡el teléfono de su casa llamó al nuestro, Harlon!
Era su señora madre, contándonos que estaba la mesa puesta y que su hijo no
aparecía por casa. Además de las espinacas con nata, Harlon, nos contó que
luego tenían arándanos con nata de postre.
La indignación del detective era obvia y comprensible. ¿Arándanos con nata?
¡Qué manía con ocultar información! «¿Cómo pretenden que les resuelva los
casos?»
Grey continuó:
—Le dijimos a la señora que, con tanta nata en las comidas, el arrendador debía
de haberse independizado por prescripción médica. Y que pagara a un detective
privado si seguía interesada en encontrar a su hijo.
Harlon se imaginó la conversación. Probablemente, después de esa
recomendación, la buena mujer dijo algo como: «Así lo haré. Llamaré a Harlon
Cracksey, que es guapo y tiene unos glúteos impresionantes». Pero la envidia