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(rjguadog) #1

EL JEFE SE ECHÓ A DORMIR Y LOS BECARIOS TOMARON EL BARCO


Ya lejos de la sala de fisión, Harlon tenía la cabeza reposada sobre el canto de
su asiento, mirando al techo. Era la segunda vez en su vida, y también la segunda
vez en lo que iba de mes, que pensaba en la muerte. La primera se debió a la reciente
defunción de Gorgos Cracksey. La magnitud de la herencia recibida fue mucho
menor de lo que cabía esperar de ese apellido, pero las últimas palabras de su padre
jamás se borrarían de la mente de Harlon.
Comprobó que seguía guardando el libro de Schelling. Al hacerlo, vio que tenía
delante de él a Roberto, que hasta entonces guardaba silencio.
—Pensaba que ibas a buscar a los asesinos. Por aquello de sentirte útil para
alguien y tal...
«Este niño es insoportable».
—Estoy cansado —adujo—. Lo entenderás cuando seas mayor. Resuelve el
crimen tú, si quieres, pero déjame en paz.
—Pero yo no tengo carné de detective —protestó Roberto—. ¡Cualquier cosa
menos incurrir en intrusión profesional!
El adulto cogió una de las tarjetas de visita que llevaba en un bolsillo de la
chaqueta de cuero. Figuraba el texto: «Harlon Cracksey. Joven detective privado
con unos glúteos impresionantes. Soy caro, así que piénsatelo dos veces antes de
llamar a este número:...» Por el reverso, estaba en blanco. Con un bolígrafo negro,
escribió: «Roberto Angulo. Detective en prácticas». Se la tendió al infante, quien la
leyó al instante.
—¡Guau! —El niño alzó los brazos, emocionado—. Siempre he querido ser un
detective en prácticas. Lo único que no entiendo es esa parte de... «detective en
prácticas».

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