Raices Puertorriqueñas Historia de Añasco

(Anascopr) #1

Entre las cartas que vuestra merced escribió no hay ninguna
para la Justicia Mayor; las que vinieron se enviaron como vuestra
merced por su carta manda y porque del señor capitán Oliveros,
vuestras mercedes sabrán más por extenso lo que acá se ha hecho. En el
daño recibido de aquella gente, no diremos nada en ésta, más de quedar
rogando a Nuestro Señor haya victoria contra este perverso que tanto
daño ha hecho y le guarde y prospere como vuestra merced desea.
De esta villa de San Germán a doce de setiembre de mil y
quinientos y veinte y ocho años a servicio de vuestra merced. Luis de
Añasco. Vasco de Tiedra, etc.
Bibliografía:
Brau, S. (1981). La Colonización de Puerto Rico. San Juan, P.R.:
Instituto de Cultura Puertorriqueña. Pp. 561-563.


Carta del Tesorero Blas de Villasante

La carta, dirigida al oidor de la Real Audiencia Lcdo.
Espinosa se refiere al mismo ataque corsario a la villa de San Germán,
el jueves 13 de agosto de 1528:
Señor ... por mi carta le hice saber la llegada de los franceses,
que nos habían de venir a dar vista en esta ciudad y parésceme fueron
por la otra vanda del sur a San Germán y lo asolaron e quemaron, según
me escribió mi mayordomo desde el ingenio con un mensajero que para
me lo hacer saber me hizo, que partió el jueves pasado en la noche, que
se contaron trece del presente e vino a esta ciudad e me dió la carta el
domingo a las tres horas después de mediodía, que se contaron dieciseis
del presente. Lo quel dicho mayordomo me escribió fue que él vio el
pueblo todo quemado e bombardeado e les vio cargar el despojo que
hallaron a los franceses, el miércoles aquí dicho, que fueron doce del
presente en la noche a puesta de sol, en la pinasa que traen... Salvaron
las mujeres e ellos se pusieron aonde no le pudiese coger la artillería. E
según lo que Sancho Darsas, mi mayordomo me escribió, han hecho y
hacen todo su posible con los enemigos en tomándolos algo apartado de
la playa, solas tres casas quedaron en todo el pueblo, la una de Vasco
de Tiedra e la otra de Cueto, alcalde de la dicha villa, e la otra de un
vecino, porque estaban al pie de un cerro e no osaban meterse tan
adentro los enemigos e por esto se cree que quedaron en pie; sino las
tornaran a quemar como todas las otras ...
Bibliografía:
Tió, A. (1961). Nuevas Fuentes para la Historia de Puerto Rico. San
Germán, P.R.: Ediciones de La Universidad Interamericana de P.R. Pp.
206.

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