Raices Puertorriqueñas Historia de Añasco

(Anascopr) #1

salvo sin la topar; de todo lo qual fascemos breve rrelación a V.M. por
el processo que cerca de lo susodicho a pasado.”
Más detallista fue el oficial real Blas de Villasante, tesorero de
San Juan, que con fecha 26 de septiembre de 1528, escribía al
Emperador: “Día de Santiago Apóstol (25 de julio) surgió una nao
francesa de armada, con una caravela é un patax, sobre el puerto de
cubagua, comenzaron a combatir el puerto, é por otra parte intentaron
echar xente con el artylleria que sacaron de una nao é con socorro de
yndios que ocurrieron de la margarita, cinco leguas de allí: Vinieronse
é tomaron puerto en Sant Xerman, en doze de agosto (de 1528) é
quemaron, é robaron el pueblo: saltaron en thierra setenta ombres en
ordenanza, con bandera é atambor: robadas é quemadas dos caravelas,
que alli avia, se fueron á la ysla mona, doze leguas de alli: en la mona
solo avia un español, mayordomo de aquellos yndios.”
El Licenciado Antonio de la Gama, que estaba actuando en la
isla como Juez de residencia había dejado su familia en San Germán y
cogídola en aquel lugar el ataque de los franceses a la población, le
escribe al Emperador, en 15 de junio de 1528, diciéndole: “Esta la
quema de Sant Xerman por franceses fue quemada mi casa é libros é
quanto thenia, que non ovo lugar mas de yr mi muger é fijos uyendo: lo
que allé quando de acá llegué.”
Con trabajo volvieron los vecinos sangermeños a reconstruir
la población, cuyas casas eran de madera y paja. En vano pedían
auxilio a la Corona para poner en estado de defensa contra caribes y
corsarios franceses, el Gobierno de la Corona no se ocupaba más que
de los grandes descubrimientos en el Continente americano, sobre todo
del Perú y México. Llegó a tal estado la despoblación de la isla, que el
gobernador Francisco Manuel de Lando pregonó grandes castigos a los
que intentasen marcharse para el Perú. El grito unánime de la gente por
todas partes era Dios me lleve al Perú. Tal era el estado de abatimiento
y desolación. Quedóse, pues, San Germán reducido a los pobres
esfuerzos que hicieron sus vecinos por levantarlo, con tan mala suerte,
que en 1538 apasecieron de nuevo sobre ellos piratas franceses.
Carecían los sangermeños de armas de fuego con qué poder hacerles
frente. No tenían más que espadas, rodelas y lanzas. Contaban con
caballería, y con esta y buenos chuzos y espadas podieron derrotar a los
osados invasores. He aquí cómo los oficiales reales Baltasar de Castro,
Juan de Castellanos y García Troche daban cuenta a S.M. en 20 de
junio de 1538: “A lo del corsario francés dezimos que á media legua
de sant xerman echó en thierra ochenta ombres, de los quales cinquenta
eran arcabuceros: de súbito llegaron, quemaron el pueblo é robaron la
yglesia é el monasterio. Luego xuntos, trynta de á caballo de los
nuestros dieron sobre los franceses, á quienes un grande aguacero no

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