252 Chapter 11
Los motivos que llevaron a que se celebraran aquellas reuniones en
la Biblioteca Nacional fueron: el enfrentamiento ideológico entre dos
instituciones creadas por la Revolución (el ICAIC y el semanario
Lunes de Revolución) y la filtración de cierta información clasificada,
relacionada con un Congreso que se preparaba y que pretendía establ-
ecer una cultura dirigida. En particular esta segunda situación irritó al
Primer Ministro que, obviamente, planeaba tomar por sorpresa a los
intelectuales. Las reuniones, signadas por aquél acontecimiento reci-
ente del mes de abril, cuando se declaró el carácter socialista de la Rev-
olución cubana, fueron derivando hacia el tema de la naturaleza del
socialismo. Las alternativas eran: socialismo nacionalista o socialismo
soviético. Fidel priorizó la Revolución, a la que consideraba capaz de
asimilar ambas tendencias. En consecuencia, del teatro de la Biblioteca
Nacional también salió el mandamiento que regiría en lo adelante—
entre otras—la política cultural: «Dentro de la Revolución, todo; con-
tra la Revolución, nada».
Transcurrido medio siglo, una política cultural exclusionista—
como cabía esperar del precepto anterior—y varias generaciones de
intelectuales comprometidos se encuentran, como ya expresé, varados
en el mismo punto: especulando dentro de la Revolución y conminados
por el propio presidente Raúl Castro, a “debatir” sobre la forma y el
rumbo que tomará el socialismo en Cuba. Palabras a los intelectuales pesa
sobre nuestras cabezas como una maldición.^12
Tanto Palabras a los intelectuales(1961) como la Declaracion del Sec-
retariado de la UNEAC(2007) a proposito de la protesta electronica
de los intelectuales (llamada «polémica electrónica» para disimular la
irritación del sector intelectual, o «guerrita de los e-mails» cuando la
intención es descalificar») son intrinseca y esencialmente exclusionis-
tas. El pensamiento oficial, contra toda evidencia, ha tratado de sem-
- Entre los intelectuales cubanos (generaciones de los 60 y de los 70) el tiempo parece
haberse detenido. Así lo ve el escritor—expulsado de la UNEAC—Antonio José Ponte:
«Habiendo asistido a algunas reuniones semejantes, las intervenciones de esta tarde de
1961 me hacen creer en la detención del tiempo. Porque lo que vi discutir (y discutí yo
mismo) en aquellas asambleas, son los mismos asuntos de 40 años atrás». (Véase, «Una
reunión de miedo. Biblioteca Nacional, La Habana, junio de 1961», en: Encuentro de la
Cultura Cubana, n0 43, 2007/2007, p. 190).