256 Chapter 11
«si vamos a hablar de cultura estoy por encima de Silvio^17 (uno más
entre mil muchachos buenos—aclara), porque participé del hecho cul-
tural más importante del siglo XX».
De lo que se trata entonces es de ser revolucionario y es esta
condición la que definirá a cada cubano y la que servirá para unifor-
mar la vida y el pensamiento de la gente (intelectuales, por sobre todo,
incluidos). Se oye decir entre las generaciones anteriores a la de los
80—repitiendo el pensamiento del Comandante—que ser revolucio-
nario es más que una condición; es una profesión e, incluso, un modo
de vida. En efecto, el adjetivo «revolucionario» se sustantivó—en la
intervención del Primer Ministro—de tal modo, que una simple cuali-
dad resultó aislada del todo y cobró vida propia. Sobre esta figura del
revolucionario girará en sentido general el discurso, que se torna a
ratos amenazante: «quien se considere más artista que revolucionario
no puede pensar exactamente igual que nosotros». Y esto es solo una
premisa que se va sentando hasta llegar a la demoledora conclusión,
pero antes va a ser preciso distinguir cierto orden jerárquico—entre
los propios intelectuales—que apunte a un telos dador de sentido. Fidel
los divide en honestos, deshonestos y revolucionarios. La lógica
silogística es la siguiente: ser honesto no significa todavía ser revolu-
cionario. Los «no-revolucionarios» son los que se adaptan a la realidad;
los revolucionarios son los que transforman la realidad. Ahora bien,
los «norevolucionarios» pueden llegar, según establece el Primer Min-
istro, a ser honestos. Y son, precisamente, estos últimos los que con-
stituyen la porción del pastel que se disputa, pues de lo que se ha
tratado todo el tiempo es de hacer ver la necesidad de una conversión
- El primer paso notorio en esta dirección lo da el Primer Ministro en su discurso al
identificar la minoría revolucionaria con el pueblo todo, sobre la invención de que
aquella es la vanguardia de este: «Es posible que los hombres y las mujeres que tengan
una actitud realmente revolucionaria ante la realidad, no constituyan el sector mayorita-
rio de la población: los revolucionarios son la vanguardia del pueblo.» Y unos renglones
más abajo: «por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo [...] la Revolu-
ción significa los intereses de la nación entera». El otro paso puede incluso adivinarse:
identificar la Revolución con la Patria: «¡Patria o Muerte!, es decir, la Revolución o la
muerte». De todo ello se sigue, en estricto acuerdo con una lógica pre estoica, que Pue-
blo, Patria y Revolución es lo mismo, lo que garantiza, de jure, un lugar sempiterno al
cabecilla de la Revolución triunfante. - Se refiere al conocido cantautor (trovador) Silvio Rodríguez.