262 Chapter 11
soviético la meta era la creación de la base tecnológica del paraíso
comunista. Teóricamente, son posibles otras formas de socialismo,
pero el problema para Cuba—como para todo país que se ha empe-
ñado en llevar a la práctica este ideal—reside en que se ha pretendido
conservar el fundamento marxista. En un caso como ese, el verdadero
obstáculo es la sociedad civil. A su vez, la falacia de una sociedad civil
socialista choca con dos dificultades insalvables. Primero, esta no se
compondría más que de las rancias organizaciones de masas, de los
depauperados proyectos comunitarios y de algunas que otras orga-
nizaciones profesionales. Hay que tener en cuenta que, además de las
asociaciones voluntarias, en el contenido de la sociedad civil entra el
mercado y la esfera pública (Adela Cortina). Verdad es que no hay
consenso al respecto. Otra dirección bien estructurada (Cohen, Arato,
Habermas) excluye de la sociedad civil la trama de relaciones estatal y
la económica. Con ninguna de las dos variantes la idea de una socie-
dad civil socialista—que el marxismo revolucionario rescata de A.
Gramsci—es compatible. En la idea de Gramsci se observa interfer-
encia entre política, sociedad civil y Estado, además de responder a un
mundo pre globalizado y no complejo. Los casos ya de socialismo de
Estado son los menos favorables para el desarrollo de la sociedad
civil. Al respecto, escribe Habermas:
La estrecha conexión entre la autonomía de la sociedad civil y la integr-
idad de la esfera de la vida privada muéstrase con toda claridad al con-
traluz que representan las sociedades totalitarias del socialismo de
Estado. Aquí, un Estado panóptico no solo controla directamente un
espacio de la opinión pública desecado en términos burocráticos, sino
que también entierra las bases que esa esfera de la opinión pública tiene
en el ámbito de la vida privada. Las interferencias administrativas y la
supervisión constante desintegran la estructura comunicativa del trato
cotidiano en la familia y en la escuela, en el municipio y en el
vecindario. La destrucción de los modos de vida solidarios y el entu-
mecimiento y paralización de la iniciativa y la actividad autónomas en
ámbitos que quedan inundados por una superregulación a la vez que a
la vez que caracterizados por su inseguridad jurídica, se dan la mano
con la destrucción de grupos sociales, de asociaciones y de redes de
comunicación, con la imposición doctrinaria (y con la disolución) de