Presente y futuro del pensamiento cubano 263
identidades sociales, con la estrangulación de la comunicación pública
espontánea^25.
El análisis de Habermas—aunque yerra al identificar socialismo de
Estado y totalitarismo sí parece sugerir correctamente que ninguna
variante de socialismo marxista sería compatible con la democracia ni
tendría condiciones para el florecimiento de la sociedad civil. Estas
son sus palabras: «...los movimientos democráticos que surgen en la
sociedad civil han de renunciar a aquellas aspiraciones de una sociedad
que se organice a sí misma en conjunto, aspiraciones que, por ejemplo,
estuvieron en la base de las representaciones marxistas de la revolu-
ción social^26.
Como ya expresé anteriormente, las incursiones en el tema de la
esfera pública, tan estrechamente vinculada a la sociedad civil, son
escasísimas y esporádicas en la academia cubana. Entre lo mejor,
podría citarse el artículo de A. Chaguaceda «Intelectuales públicos y
política en Cuba: continuidades y emergencias», aparecido en el n 0 6
de 2010 de la revista Espacio Laical. Hay que decir, en cambio, que
dicho autor ahora reside fuera del país. Trabajos ya de tipo teórico
conceptual son inexistentes. Al no haber en Cuba una esfera públicae-
spontánea y libremente conformada y al carecer también las ciencias
sociales de desarrollos y aportaciones sobre el tema, la cuestión de la
esfera pública se transforma en la cuestión de cómo, cuándo y dónde
algunos intelectuales debaten sobre la naturaleza y posibilidades de lo
que se viene llamando «nuestro proyecto social», esto es: el socialismo
revolucionario actualizado. En rigor, lo que se maneja como esfera
pública en Cuba es una prolongación del Estado socialista en descom-
posición. La auténtica esfera pública, por el contrario, es la calle. Y lo
que hacemos hoy muchos cubanos de la Isla es llevar la opinión de la
calle a las plazas sitiadas por el Estado. No hay cientistas sociales
detrás de esto, sino, más bien, en contra de lo que pudiera pensarse,
ellos actúan desde sus instituciones como elementos de contención. \
- Jürgen Habermas: Facticidad y validez, Madrid, Trotta, 1998, p. 449.
- Ibídem, p. 453.