Ifá transnacional: tradicionalistas y criollos 311
[...] lo que afloró en ese primer taller fue la existencia de una tendencia,
posible movimiento entre nosotros de un fenómeno, que desde hace ya
años se viene operando en los Estados Unidos y en otros países de
América y del Caribe en cuanto a la africanización no sólo de la
Santería sino de aquellas religiones traídas por los africanos y que en
virtud de las nuevas condiciones sociales, económicas, geográficas,
lingüísticas y culturales impuestas a los esclavos sufrieron reformas,
adaptaciones, para poder perdurar y sobrevivir bajo los nuevos contex-
tos a que el sistema esclavista sumió a los africanos y a sus descendien-
tes, independientemente de la condición de esclavo o negro libre.
Parece lógico que en virtud de la expansión de las religiones africanas y
del contacto de los babalochas, iyalochas y babalaos con algunos de sus
homólogos en África, exista cierto interés entre ellos por rescatar cierta
pureza, cierta ortodoxia, en la manera de efectuarse determinados ritu-
ales; por supuesto, dicha pureza posee un valor relativo, pues ni en
África ni en las Américas las religiones africanas se mantuvieron estáti-
cas; también fueron influenciadas por las condiciones materiales y
espirituales de las sociedades a las cuales sus practicantes fueron forza-
dos a vivir (Fernández Robaina, 2003).
Por otro lado, la antropóloga Lioba Rossbach de Olmos hace una
llamada de alerta:
La inquietud de crear una uniformidad ritual y teológica en una religión
que desde siempre se ha caracterizado por una autonomía rica de sus
distintas casas y ramas requiere una explicación—puntualiza. Si la nece-
sidad de una homogenización no se presenta por diferencias debatidas
entre las distintas ramas [que sí existen y que de ninguna manera estuvi-
eron presentes durante el debate], entonces sólo puede explicarse como
un intento de establecer la religión como institución que cuenta con el
reconocimiento del mismo Estado [...]. Es muy probable que especial-
mente la Asociación Yoruba persiga precisamente esta intención, es
decir, crear cierta uniformidad institucionalizando las Reglas Ocha/Ifá
en comunidades religiosas para un reconocimiento estatal. Si al mismo
tiempo se espera conseguir la aspirada uniformidad litúrgica y teológica
a través de un regreso a los orígenes suponiendo que la heterogeneidad
fuera un producto del sincretismo, es decir, de las mezclas con otras
influencias (religiosas), este podría ser una equivocación (Rossbach de
Olmos, 2007).