El País Semanal - ES (2022-03-06)

(Antfer) #1

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Fotografía de John Sciulli (Getty Images)

ARTE. TÚ SÍ, TÚ NO:


LOS ‘DESTERRADOS’


DEL MERCADO


C


uando convergen creación plástica
y dinero, casi todo es posible. Así es el
mercado del arte.
—¿Qué galerías se han negado a
venderle obra?
—Son tantas que, francamente, sería difícil
enumerarlas todas —cuenta, por Zoom, el colec-
cionista angelino Stefan Simchowitz.
Simchowitz ha sido desterrado desde hace
años del mercado del arte. No le venden las gran-
des galerías, ni las medianas, ni siquiera las emer-
gentes. Un paria del “sistema”, perseguido por su
fantasma de las Navidades pasadas (falso o cierto)
de especulador y un titular en The New York Ti-
mes: “El Satán del mundo del arte”.
Pero no le han asesinado el sueño. No es Mac-
beth. Una tragedia. Al contrario. “Esto me ha
obligado a mirar con mayor profundidad y am-
plitud a los artistas de todo el mundo. Y apoyar

a creadores que poseen un talento increíble y
merecen una oportunidad”, reflexiona.
“Nuestra mayor preocupación es la carrera del
artista. Y resulta muy diferente que el comprador
sea un especu lador o un coleccionista respetable.
El criterio es más la seriedad y menos la amistad”,
justifi ca el galerista berlinés Ulrich Gebauer. “Res-
petable” y “serio”. Dos palabras que huyen por las
ventanas abiertas de un palacio del siglo XVIII en
la campiña inglesa. ¿Otra época? Las ventas por
internet crecen a dos dígitos, los NTF (collages
digitales) encajan 114 millones de euros en cuatro
meses y el arte se desmaterializa. Pigmentos vir-
tuales convertidos en oro. ¿Qué signifi ca hoy ser
“respetable” y “serio”? ¿No revender?
Rafael Martín —junto con sus padres, Marcos y
Elena, gestiona en Segovia la colección MER, más
de 800 obras— responde a las leyes de la atracción.
Si vende una obra en subasta es para adquirir otras
piezas que mejoren o completen los fondos. Solo
así se consigue ser “cliente”, por ejemplo, de Gago-
sian, la galería más poderosa del mundo, y optar
a ciertos nombres: Cecily Brown, Jenny Saville o
John Currin. Creadores de siete cifras. Pero los an-
tecedentes, a veces, parecen penales.
“En la pasada feria Frieze Londres pregunté
por una edición de 18 ejemplares de la pintora es-
tadounidense Julie Mehretu (170.000 dólares cada
grabado) en Borch Editions”, recuerda Martín. A
los interesados los apuntaban en una lista de can-
didatos y al fi nal decidirían...
¿El criterio? “Nunca lo supe. Pasada la feria, re-
cibí un e-mail preguntando sí quería la obra. ¿Una
táctica de marketing?”, se pregunta Martín.
El paisaje del arte vive zanjado en dos. La gale-
rista parisiense Chantal Crousel contempla la frac-
tura. “Hay quienes compran siguiendo sus emo-
ciones y también existen especuladores que solo
piensan en revender y ganar dinero. Ambas opcio-
nes son legalmente válidas... si se puede rastrear el
origen de los pagos”, resume.
Pero las creencias cambian y la legalidad per-
siste. “Si la galería disfruta de posición dominan-
te, entonces discriminar la venta a un cliente pue-
de ser sancionable”, advierte Francisco Cantos,
coleccionista y abogado con 30 años de experien-
cia en derecho de la competencia, que ejerce en
el bufete Ontier. Y aclara: “Cuando un solo mar-
chante controla más del 40% de las transacciones
del artista incurre en esa situación. Y también es
discriminatorio cualquier acuerdo de no reven-
ta”. Las paredes sostienen miles de euros y la letra
pequeña se vuelve inmensa. —EPS

Stefan
Simchowitz
(izquierda),
en la feria
ALAC de
Santa
Mónica,
en 2019.

Ante el auge especulador, las galerías
se vuelven muy exigentes a la hora
de vender piezas de sus artistas más
demandados, y rozan los límites legales.

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA VEGA

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