17
M
encionar en Bar-
celona a los herma-
nos Colombo (Milán,
1976) es como mentar
el santo grial en una
convención de fans de las leyendas
artúricas. Stefano aterrizó en la Ciu-
dad Condal en 2004 y Max en 2007, y
desde entonces no han dejado de ge-
nerar titulares. Primero fue el Xemei,
uno de los grandes restaurantes de la
capital catalana, con una versión de
máximos de la osteria veneciana de
toda la vida; luego llegó el Brutal, una
bodega en el barrio del Born con el
que arrancaron la fi ebre por los vinos
naturales y que pronto se convirtió en
lugar de reunión para los fans del bar
con alma foodie. Y después, sus pizze-
rías, su desembarco en Madrid con
Il Colombo (otro restaurante con sa-
bor veneciano) y su explosión como
asesores y empresarios.
Reunir a los Colombo bajo el mis-
mo techo es una tarea harto compli-
cada, los dos ocupan espacios y fun-
ciones distintas, y a primera vista Max
sería el hombre de negocios que se
ocupa de cerrar los tratos y Stefano el
alma libre. Pero cuando uno pasa un
rato con ellos se advierte que los pa-
peles son intercambiables. “Todo esto
comenzó porque yo empecé a llevar el
Xemei para hacerle un favor a un ami-
go. Así que cogí las riendas con una
pequeña deuda. Un año después, el
restaurante estaba lleno y funcionaba
bien. El problema es que nadie pagaba
nada y la pequeña deuda se multipli-
có por cuatro [risas]. Así que decidí
llamar a mi hermano y contarle que
tenía un pequeño problema”, explica
Stefano. “Así llegué yo a Barcelona”,
replica Max. De eso hace ya 15 años.
Este último acaba de regresar de
Madrid, donde los de Milán van a
abrir no una sino dos pizzerías. Ade-
más, también amplían su reinado en
Barcelona con un nuevo estableci-
miento en el centro-cen-
tro de la ciudad, junto a la
plaza de Cataluña. Todo
mientras siguen afi nando
su gran proyecto: “Una es-
cuela de pizzeros. Lleva-
mos ya tiempo detrás del
tema, pero todo necesita
sus plazos. Va a pasar, es-
peremos que este mismo
año”, cuenta Max.
Con el imperio a pun-
to de cumplir década y
media, los italianos em-
piezan a dibujar ahora
algo parecido a un plan.
“Siempre hemos hecho
un poco las cosas sin
tener una hora de ruta
precisa, pero la verdad
es que tenemos un culo
[equivalente español a la
fl or] que no nos lo cree-
mos. Mira, el primer año que abri-
mos el Xemei vinieron a cenar Bob
Dylan y Paolo Conte. No juntos, ni en
la misma mesa..., ojalá”.
Pero los Colombo no solo son
muy populares en la capital catala-
na, su manera de hacer las cosas les
ha hecho célebres en otros lugares.
James Murphy, el cantante de LCD
Soundsystem, es un gran amigo de
los italianos y nadie puede negar la
infl uencia de estos en los bares del
neoyorquino, el Four Horsemen y el
Daymoves, ambos en Brooklyn. “Ja-
mes es un gran amigo y un habitual
del Brutal cuando pasa por Barcelo-
na”, cuentan.
Ahora los gemelos se arrancan
con un pequeño local esquinero en
la misma calle del bar Brutal en el
que venderán aceite y pan, mientras
siguen centrados en el futuro: “Ya sa-
bes, este mundo es complicado. ¿Pa-
rar? Ya veremos [risas]’. —EPS
En la página anterior,
Stefano (izquierda) y Max
Colombo, en su restaurante
Xemei, en Barcelona. Arriba,
detalle decorativo porcino
en una pared del local.
Los gemelos
que tienen la llave
del alma ‘foodie’
POR TONI GARCÍA
FOTOGRAFÍA
DE JORDI ADRIÀ
STEFANO
& MAX
CO LO M B O
DÚOS
2371 INTRO duo colombo.indd 172371 INTRO duo colombo.indd 17 24/02/2022 22:10:4224/02/2022 22:10: