E D U A R D S H E V A R D N A D Z E «Para mí no fue una sorpresa.
Estaba moralmente preparado para ello, pues era inevitable»
H E L M U T S C H M I D T «Sin la ayuda de EEUU y la aprobación
de Gorbachov la unidad de Alemania no se habría producido»
«Soy un berlinés». La frase fue pronun-
ciada por John F. Kennedy en 1963 en
Berlín Occidental, ante unos ciudadanos
aún perplejos por el Muro que se había le-
vantando en su ciudad un par de años an-
tes de la visita del presidente estadouniden-
se. «Ich bin ein Berliner», gritó JFK desde un
balcón, y en alemán, provocando el éxtasis del público.
«Todos somos berlineses», pensamos el 9 de noviembre
de 1989 cuando contemplamos las imágenes de la gente
agolpada a un lado y a otro de lo que pasaba ya a la His-
toria como el Telón de Acero. El Muro y los alambres de
púas fueron derribados por los valientes germanoorien-
tales de la RDA, que ya habían salido previamente a la ca-
lle pidiendo democracia. Pero también por sus vecinos
del Este, los otros satélites soviéticos que supieron apro-
vechar el momentum de la Glasnost y la Perestroika de
Mijail Gorbachov. Hay que lanzar la mirada hacia el as-
tillero polaco de la ciudad portuaria de Gdansk donde
surgió Solidaridad, a la Revolución Cantada de los bálti-
cos o a aquella Carta 77 de Praga. Ficha tras ficha se ti-
ró abajo el dominó de la opresión de Europa Central y
Oriental. Confiesa estos días Angela Merkel que nun-
ca se le habría pasado por la cabeza hace 30 años
que llegaría el fin de la dictadura y que una joven
mujer protestante procedente del Este fuera duran-
te tres lustros canciller de una Alemania reunifi-
cada. «Es el fruto que da el coraje y el trabajo du-
ro», sentencia Frau Merkel, en un brindis de re-
conocimiento a todos aquellos que hicieron del
sueño de la libertad una realidad.
EIN
“ICH BIN
BERLINER”
R O M Á N
S I LV I A
POR
EL MUNDO. VIERNES
8 DE NOVIEMBRE
DE 2019 M U R O D E B E R L Í N
P A P E L P Á G I N A 1 3