El Mundo - 14.11.2019

(ff) #1
EL MUNDO.

HOJA Nº (^20) P A P E L JUEVES 14 DE NOVIEMBRE DE 2019
E N P O R T A D A
¿Qué fue primero, el huevo
o la gallina? ¿Fue el cine el
que hace casi un siglo se
sintió fascinado por la mafia
o fueron los gánsteres los
que vieron en el séptimo
arte una oportunidad de
convertirse en mitos? Para
los mafiosos, el incipiente
Hollywood ofrecía
oportunidades inigualables
para sus actividades más
habituales: el chantaje, la
extorsión y el lavado de
dinero. Para Hollywood, la
mafia era un tema capaz de
producir una atracción
irresistible, un oscuro espejo
en el que se reflejaban sus
propios excesos. La relación
de mutua fascinación entre
la mafia y el cine es un
camino de ida y vuelta, cuyo
último capítulo, El irlandés,
llega a los cines españoles
mañana de la mano de
Martin Scorsese.
Desde Malas calles hasta
esta adaptación del libro
la mafia y los productores
de Hollywood se
reconocieron mutuamente:
ese resplandor, esa
fanfarronería, esa forma de
intimidar a la gente que
trabajaba para ellos. Ambos
eran, hasta cierto punto,
estafadores», señala por
correo electrónico.
En los albores de la
fábrica de sueños en que se
convertiría la ciudad de Los
Ángeles, «los jefes de los
estudios eran hombres
vulgares cuyos sicarios se
dedicaban a intimidar a la
gente». Existían siniestros
personajes conocidos como
fixers, que se encargaban,
entre otras cosas, de
supervisar la vida privada
de las estrellas y limpiar su
reputación en caso de que
algún detalle escabroso
pudiera salir a la luz.
También hacían lo
opuesto: aprovechaban las
debilidades de los actores y
actrices para obligarles a
aceptar ruinosos contratos o
cosas peores. Hablamos de
italoamericana ha perdido
buena parte de la influencia
y el poder que llegó a
ostentar dentro del crimen
organizado en EEUU, su
ejemplo ha seguido
presente en el modus
operandi de algunos
productores. El mejor
ejemplo posible es el de
Harvey Weinstein («Soy el
puto sheriff de este puto
pueblo»), que el propio
Adler tuvo el dudoso placer
de conocer: «Es la única
persona que he conocido
que hizo que las palabras
‘encantado de conocerte’
sonaran como una
amenaza».
El periodista Íñigo
Domínguez, corresponsal
en Italia durante casi 15
años y autor de Crónicas de
la mafia y Paletos salvajes
(ambos editados por Libros
del KO), también ha
explorado muchos de los
subtextos y derivaciones de
ese matrimonio de
conveniencia entre el cine y
la mafia. «Hollywood se fijó
desde mediados del siglo
XIX. «Cuando el cine
empieza a tener éxito en
Italia coincide con la
dictadura de Mussolini, que
impone la censura. Su
política oficial consistía en
que él había derrotado a la
mafia, que ya no existía ni
era un problema, con lo cual
no se hacen películas sobre
ella hasta después de la II
Guerra Mundial. Y aún así,
desde entonces existió un
temor a ocuparse del tema
porque nadie quería jugarse
la vida por meter una
cámara ahí».
La omertà se impuso
hasta que, tímidamente,
cineastas como Francesco
Rosi o Alberto Lattuada
empezaron a diagnosticar
los males de la sociedad a
través de películas como
El caso Mattei o Mafioso. El
punto esencial que marca la
diferencia con Hollywood es
que, cuando el cine italiano
aborda por fin la mafia, «lo
hace desde la denuncia, la
investigación, el realismo y
rivales y a jueces como
Giovanni Falcone.
Sostiene Domínguez que
el cine, en cierta medida,
también ha servido a la
mafia para dar una imagen
romántica o idealizada de
sus actividades, hasta el
punto de que a los propios
gánsteres les gusta verse
representados en pantalla.
«Es un mundo que está en
continua reafirmación de su
territorio y de su prestigio, y
sobre todo de su capacidad
de infundir miedo y de
intimidar, que es en lo que
se basa todo. El cine ha
contribuido mucho en ese
sentido, aunque no fuera su
intención inicial».
No es raro que, en las
redadas, la Policía
encuentre DVDs de El
padrino y de Los Soprano o
que en los pinchazos
telefónicos a bandas
criminales escuchen frases
literales de las películas y
series. La trilogía de
Coppola, piedra Rosetta del
cine de gánsteres, tuvo tal
POR ISMAEL
MARINERO MADRID
Llega lo nuevo de
Martin Scorsese.
Para Hollywood,
la mafia es un
filón de historias
que llenan cines.
Para los capos,
las pantallas son
una forma de dar
‘glamour’ a sus
delitos... y otro
sector en el que
lavar dinero y
extorsionar a
millonarios. Así
se gestó una
relación casi
simbiótica que
alcanza su
culmen con
‘El Irlandés’.
“La biblia de los
mafiosos es
‘El Padrino’,
que legitimó su
idea del honor”,
dice Tim Adler,
máximo experto
en mafia y cine


CINE


influencia que mucha de la
tradición mafiosa, como
besar el anillo del Don o el
mismo término de padrino,
proviene de ahí. «El Padrino
se convirtió en su Biblia, su
Corán, los legitimó en esa
idea del honor y la omertá»,
admite Adler.
La otra clave es la
vanidad. Retratos como el
de El precio del poder, con
Al Pacino convertido en
amo y señor de Miami
detrás de su montaña de
cocaína, «les hacen creerse
poderosos, omnipotentes y
protagonistas. Tienen un
concepto de superioridad,
prefieren no estar
sometidos a estas

la batalla civil. Porque quizá
era el único enfoque
posible. Delata que la
percepción del fenómeno es
mucho más grave que en
Estados Unidos, con plena
conciencia de que se trata
de un tabú y de un profundo
asunto político», señala
Domínguez en Paletos
salvajes. El último eslabón
de esta tradición es El
traidor, la magistral película
de Marco Bellochio sobre el
arrepentido Tommaso
Buscetta, que se estrena el 5
de diciembre y muestra en
toda su crudeza cómo los
Corleoneses, dirigidos por el
capo dei capi, Toto Riina,
asesinaron a miles de sus

en la mafia desde el cine
mudo, porque era un
problema que estaba en la
calle y en los periódicos, que
por aquel entonces vendían
muchísimos ejemplares»,
explica por teléfono. «Las
páginas de sucesos estaban
llenas de ametrallamientos,
ajustes de cuentas y figuras
como Al Capone. Era un
fenómeno criminal que
despertó una alarma social,
un ingrediente muy
apetecible para hacer
películas taquilleras».
Por contra, el cine italiano
tardó una eternidad en
prestarle atención a la Cosa
Nostra, pese a su creciente
influencia en la sociedad

tipos como Eddie Mannix,
que trabajó para la MGM y
cuenta en su haber con
anécdotas tan edificantes
como amenazar a una actriz
con lanzarla desde lo alto de
una noria, abortos forzados
y algún que otro asesinato
sin resolver.
Como revela Adler, la
mafia llegó a controlar
instituciones como los
sindicatos de
proyeccionistas, técnicos de
iluminación y extras, a
través de gánsteres como
Bugsy Siegel o Willie Bioff,
capaces de paralizar
cualquier producción si los
estudios no cumplían sus
exigencias. Aunque la mafia

Así lo afirma Tim Adler,
periodista y escritor, que en
Hollywood y la Mafia
(Editorial Ma Non Troppo)
trazó muchos de los
paralelismos entre la
industria del cine y las
familias que controlaron
durante décadas el crimen
organizado en EEUU.
«A un nivel muy profundo,

homónimo de Charles
Brandt (recién editado por
Crítica) que cuenta la
historia de un sicario
relacionado con el asesinato
de Jimmy Hoffa, Scorsese
se ha convertido en el mejor
retratista posible del oscuro
y sanguinario mundo de la
mafia norteamericana,
incluida su vertiente bursátil
en El lobo de Wall Street.
Y lo ha hecho fiel a un estilo,
con grandiosos planos
secuencia y electrizantes
bandas sonoras, pero sin
perder de vista casos y
personajes reales, en un
sistema de vasos
comunicantes presente
desde los inicios del cine.

POR


QUE NOS


FASCINAN


LAS


PELÍCULAS


DE CAPOS


́


& MAFIA

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