P A P E L
HOJA Nº (^32) LUNES 14 DE OCTUBRE DE 2019EL MUNDO.
M Ú S I C A
Este fin de semana en
Formentera se han visto
costumbres que parecían
olvidadas en 2019. La
gente se saludaba por la
calle sin conocerse de
nada. Te paraban, te
agarraban del brazo si no
te girabas y con una
sonrisa que pudiera
parecer exagerada,
preguntaban:
–¿Cómo vamos, estamos
a tope?
Entre el viernes y el
domingo se ha celebrado
en la isla balear la tercera
edición de Son Estrella
Galicia Posidonia, «un
festival diferente», repiten
como si formaran parte de
una secta los 350
asistentes que
consiguieron una de las
codiciadas entradas,
agotadas a los pocos días
de salir a la venta.
No exageran, este no es
un festival al uso. La
sensación más parecida
sería la de estar en una
fiesta llena de sorpresas que
se alarga durante 72 horas.
Una exclusiva boda gitana
para indies que desean
evadirse de la ciudad. Aquí
vienen maduros que ya no
quieren pasar penalidades.
Los conciertos no son lo
único importante. De
hecho, hasta que no llegas
no sabes qué artistas van a
actuar.
A las 20 horas de la
primera jornada, con un
fondo ideal para Instagram
(el sol escabullándose
entre el atardecer mientras
ilumina el mar), los
corrillos de gente nerviosa
se arremolinan ante un
escenario improvisado
frente a la playa.
–¡Que levante la mano
quien viniera el año
pasado!
Gritos eufóricos.
Decenas de brazos al aire.
Esta gente se ha gastado
un dinero para estar aquí.
El abono, que cubre las
actividades además de la
comida y la bebida
(incluida la omnipresente
cerveza), les costó 240
euros. Aparte tuvieron que
pagar alojamiento,
transporte hasta Ibiza
(avión desde la Península
en la mayoría de los casos)
y ferry hasta Formentera.
Uno de ellos es Diego,
un madrileño que ha
venido con su novia. «Es
una buena oportunidad
para conocer la isla sin
agobios y sin los precios
disparatados de la
temporada alta», dice
mientras empieza el
concierto de Baiuca, el
proyecto de Alejandro
Guillén, una de las
sensaciones de la
temporada al mezclar la
tradición gallega con
sonidos electrónicos.
Con apenas un par de
trabajos publicados este
joven artista se ha
inventado un nuevo
género, arriesgando con
una propuesta que podría
quedar forzada (esa idea
de actualizar lo ancestral)
pero que en su caso suena
fresco, bailable, puro 2019.
Posidonia se mira en el
espejo de Sinsal, con quien
comparte patrocinador y
esa misma actitud
gourmet. Su hermano
mayor celebró en
septiembre su novena
edición en la paradisiaca
isla de San Simón en
Pontevedra.
«Ambos comparten ese
espíritu incansable en la
búsqueda de lo nuevo»,
cuentan los
programadores, que son
gallegos y este año han
apostado por traer a
Formentera a futuras
estrellas como Otha, Elena
Setién, Ivy Barkakati,
Joana Serrat, Oddisee, Arp
Frique, Holly Miranda y
Charlotte Adigéry.
Un ente invisible a quien
los asiduos al festival han
apodado «El Dios
Posidonia» se encarga de
informar vía WhatsApp
cada día, en cada
momento, qué es lo
próximo que va a suceder
y cuáles son las
instrucciones.
El sábado por la mañana
había que llegar a las 10.10
horas a una parada de
autobús con gafas de sol,
una toalla pequeña y
calzado cómodo. El plan:
hacer una ruta de un par
de horas por uno de los
hermosos parajes de la isla.
Elena espera a los
poseidoners junto a unas
salinas. Esta señora
oriunda de la isla y
contratada por la
organización cuenta con
emoción la historia de su
pueblo: cómo su padre de
adolescente cargaba sacos
de sal para ganarse un
salario. «Es el testimonio
que nos garantiza
conservar la memoria
histórica», explica Iara,
joven bióloga local que vive
en Olot (Girona) pero cada
año regresa a su tierra
durante los días del festival
para ejercer como guía.
Junto a ella atravesamos
una playa salvaje,
sorprendiendo a un pareja
nudista que apenas se
inmuta. Algunos
optimistas confiaban en
darse un baño (la
temperatura es agradable,
el sol pica pero hay brisa):
toca esperar hasta más
tarde, hay un banco de
medusas.
Un sendero conduce a
un pinar y allí, en un
rincón bucólico, aparece
Alondra Bentley. «¿A
vosotros no os pasa que
cuando estáis en un sitio
así os dan ganas de
abandonar la ciudad y
cambiar de vida?»,
pregunta la cantante anglo
murciana, que ha
preparado junto a su
cómplice Nacho Ruiz un
recital desenchufado con
su voz melódica, dos
guitarras e instrumentos
de juguete que no podría
ser más apropiado para el
idílico lugar, hogar de
lagartijas, erizos,
escarabajos y cientos de
aves que usan este parque
natural como ruta de
migración.
Hay un personaje al que
muchos ya consideran el
auténtico espíritu de
Posidonia. Es Johnny, un
treintañero melómano que
no ha fallado ningún año.
Esta vez ha logrado reunir
a ocho colegas de distintas
partes de España, han
alquilado una casa rústica
en la isla y se desplazan en
una furgo Volkswagen.
«¿Sabes qué es lo que más
me gusta del festival? Que
durante tres días le das
besos y abrazos al 80% de
la gente, esto es como una
familia».
Posidonia, el verdadero final del verano.
El último de los grandes eventos de verano
ocurre en otoño, en Formentera, con el
encanto de un juego del escondite entre
actuaciones sorpresa, paisajes idílicos
y en la intimidad de las distancias cortas
ÉSTE NO ES
COMO EL
RESTO DE
FESTIVALES
POR JOSÉ
FAJARDO FORMENTERA