EL MUNDO
D X T
LUNES 14 DE OCTUBRE DE 2019
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Su récord de internacionali-
dades con la selección (168),
batido el sábado en Oslo, de-
fine su larga carrera en la eli-
te, admirado Sergio. Pocos
pueden estar tres lustros, co-
mo lleva usted, en primera lí-
nea, ganando todos los títu-
los posibles, firmando regis-
tros apabullantes y, lo más
importante, manteniéndose
aún como uno de los mejo-
res del mundo. Que confirme
lo anunciado por este perió-
dico, su deseo de participar
en los Juegos Olímpicos de
Tokio, pone en maýusculas
su ambición deportiva.
Me disponía a ver el partido de España y,
mientras me preparaba un Campari para
que me hiciera compañía por si acaso el frío
escandinavo se colaba por la pantalla del te-
levisor, dieron las alineaciones. Oí una pala-
bra extraña, Albiol, que me hizo pensar que
el canal, en la previa del encuentro, había
decidido templar las almas de los televiden-
tes nostálgicos, no con un Campari, sino
con un bello recordatorio de 2010. Pero no,
Albiol jugaba. Albiol el mismísimo, no un
sobrino emergente o algo así.
Evidentemente, ni un solo reproche se le
puede hacer a Albiol. Al revés, es un central
magnífico que además fue protagonista en
la generación española que ganó tantas co-
sas que nunca podrá pasar por un detector
de metales sin que le pite: por siempre lle-
vará el Mundial alojado dentro como una
bala. Pero Albiol tiene 34 años y, si no me
equivoco, en algún momento dio por clau-
surado su ciclo en la Selección después de
haber tenido la fortuna de vivir los años del
triplete. No es el único veterano de 2010
que sobrevive en el equipo. Resulta admira-
ble ver a Navas pegándose todavía unas ga-
lopadas por la banda que parecen las de un
meritorio que aún lo tiene todo por hacer.
Pero lo de Albiol es otra cosa. Recuerda a
un viejo guerrero licenciado que es llamado
de nuevo para prolongar el servicio porque
nadie ha sabido sustituir su jerarquía de
manera natural. Evocatus es el término con
el que los romanos se referían al centurión
que renovaba después de concluir su servi-
cio porque se lo pedía el comandante de la
Legión, que no quería prescindir de él. Los
evocati llevaban en la armadura unas con-
decoraciones circulares tremendas llama-
das faleras que eran imposibles de ver en
un bisoño. Albiol es un evocatus. Han ido a
buscarlo de nuevo como a Jim Jeffries en
su granja cuando una delegación encabeza-
da por Jack London lo convirtió en la «gran
esperanza blanca» contra Johnson.
Una vez consumados los desastres pos-
coitales como el del Mundial de Brasil –y el
de Rusia–, se diría que la Selección vive
ahora en un triste proceso psicológico se-
gún el cual cuanto más constata su media-
nía actual más ganas tiene de volver a con-
vocar a un evocatus de 2010. A pesar de
que la clasificación para la Euro está enca-
rrilada, pequeñas decepciones como la del
sábado en Noruega, sumadas a los vapu-
leos sufridos en todas las fases finales pos-
teriores a la final de Kiev, han ido cuajando
una resignación pesimista. En el mejor de
los casos, parece que
España puede volver a
ser lo que ya era antes
de que una generación
extraordinaria engan-
chara títulos inespera-
dos durante cuatro
años: un equipo correc-
to, aseado, que salva
con holgura las fases
previas pero luego no
pasa de cuartos, insufi-
ciente por tanto para
ser considerado parte
de la aristocracia, y en
todo caso inferior en
rendimiento a los clubes de su competición
matriz, la Liga. Vaya, lo que siempre fue Es-
paña, tampoco es para ponernos dramáti-
cos, esto sería más sonoro en términos his-
tóricos si le ocurriera a Brasil.
Lo de Albiol es significativo: comprobado
que en su puesto no surge un relevo gene-
racional a la altura de aquella defensa que
no encajó un solo gol de octavos en adelan-
te durante el Mundial de Suráfrica, se le
vuelve a traer y todos fingimos creer que
tiene diez años menos. De hacer lo mismo
según va fracasando en la expectativa el
nuevo propietario de cada puesto, la Selec-
ción podría terminar ro-
dando una versión de-
portiva de los Space
Cowboys cuyo argu-
mento consistiría en
que el seleccionador
viaja en un coche tra-
tando de encontrar y de
volver a reunir a los vie-
jos campeones. Uno ya
está gordo, a otro lo en-
cuentran peleando en
un bar, a Puyol lo tie-
nen que sacar de una
clase de yoga y dirige,
mientras se lo llevan,
una última mirada a su novia, que se que-
da con la postura a medio hacer. En fin,
que esto es peligroso, siempre lo es cuan-
do fracasa una sucesión generacional: en
Argentina siguen creyendo que algún día
parará un coche y de él bajará Maradona
con la edad y el peso del 86.
SALGAN Y DIVIÉRTANSE
DAVID GISTAU
Los ‘evocati’
de España
Raúl Albiol, el sábado en Oslo. MEEK / EFE
STORIES
SERGIO
RAMOS
LA AMBICIÓN
DE UN FUTBOLISTA
DE LEYENDA
CARLOS
SAINZ
OTRA CARRERA
MUY SÓLIDA, DE
PILOTO MADURO
ROXANA
POPA
SEXTA DEL MUNDO
TRAS UN CALVARIO
DE LESIONES
ELIUD
KIPCHOGE
SU GESTA SERÁ
RECORDADA PESE
A LAS AYUDAS
PAULA
BADOSA
SIGUE CRECIENDO
Y GANA UN TORNEO
ITF EN JAPÓN
DANIIL
MEDVEDEV
CERTIFICA EN
SHANGHAI SU
GRAN MOMENTO
Ayer, en el Gran Premio de
Japón, volvió a demostrar
que la Fórmula 1 debe estar
atenta con usted, un piloto
de presente y futuro. Firmó
de nuevo una carrera muy
seria, llegando incluso a ro-
dar unas vueltas en tercera
posición. El podio que tan-
to ansía McLaren se resiste
aún, pero tanto la evolución
de su coche como la suya
propia son motivos de es-
peranza para la escudería
británica. Sólido, sin erro-
res, hasta el fenómeno de
Ferrari, el joven Leclerc, su-
dó a su rebufo.
Fue toda una alegría verla
ayer compitiendo por las
medallas en la misma prue-
ba del Mundial de gimnasia
donde la súper estrella Si-
mone Biles rubricaba otro
registro para la historia. Lo
suyo también es un éxito,
por supuesto. Porque viene
de un calvario de lesiones,
de recomendaciones pesi-
mistas de los médicos y de
cuatro operaciones. Nunca
se rindió, a pesar de todo. Y
en pocos meses pasó de dar
clases a niñas a pelear otra
vez con España por el podio.
Le esperamos en Tokio.
Será difícil olvidar la maña-
na del pasado sábado cuan-
do voló en la distancia de dis-
tancias, el maratón, y se con-
virtió en el primer humano
en bajar de las dos horas. El
experimento en el que parti-
cipó tiene sus peros y las za-
patillas de Nike son cierta-
mente revolucionarias, pero
usted ya ha ampliado su lu-
gar en la historia. Si con to-
das sus victorias, incluida la
de los Juegos de Río 2016, y
su récord del mundo oficial
ya sabíamos que era el mejor
maratoniano de siempre,
ahora incluso es algo más.
Con la victoria en el torneo
de Makinohara, de la Fede-
ración Internacional de Tenis
(ITF), un escalón por debajo
de los de la WTA, usted rati-
fica su progresión en una
temporada crucial para su
carrera. De la mano de Xavi
Budó, ha logrado esta tem-
porada ingresar entre las
cien mejores del ránking,
además de entrar en los cua-
dros finales del Abierto de
Australia y Wimbledon. En
Japón se impuso a Nago Ha-
natani por 7-5 y 6-1, sin im-
portarle disputar en un mis-
mo día semifinales y final.
La conquista en Shanghai de
su segundo Masters 1000,
tras imponerse a Alexander
Zverev por 6-4 y 6-1, es una
nueva evidencia de que tene-
mos en usted a la gran reve-
lación del año. Aún en el re-
cuerdo su estremecedora
reacción ante Nadal en la fi-
nal del Abierto de Estados
Unidos, esta vez le tocó ga-
nar en su sexta presencia
consecutiva en el partido de-
finitivo de un torneo. Cam-
peón en Cincinnati y San
Petersburgo, además de en
Sofía, a principios de curso,
es el líder de la Next Gen.