EL MUNDO. LUNES 9 DE SEPTIEMBRE DE 2019
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TOROS
GONZALO I. BIENVENIDA MADRID
Las grandes figuras de los años 60
hablan de Santa Coloma con una
síntesis que resume el toreo: son
los toros que más despacio permi-
ten torear pero también son los
más certeros. El toma y daca de
Arturo Macías con el primero, con
tanta codicia como nervio, se saldó
con una cogida espectacular. Hizo
hilo el fino toro de Pallarés que no
terminaba de salirse de los vuelos
del mexicano. Trató de zafarse, de
quitárselo de encima, pero el pitón
entró como una navaja en el mus-
lo de Arturo Macías. Escalofriante
puntería. Un derrote seco que lo
lanzó por los aires. Cayó de pie,
sin poder apoyar. El bravo torero
azteca no pudo volver a la cara, la
sangre emanaba del muslo empa-
pando la banda de la taleguilla
hasta alcanzar la media que, rápi-
damente, se tiñó de rojo. «25 cen-
tímetros de profundidad, grandes
destrozos musculares, fractura de
cuello de peroné y arrancamiento
de ramificaciones del nervio ciáti-
co. Pronóstico grave», reza el par-
te firmado por García Leirado.
El primero de los desafíos estu-
vo marcado por ese primer episo-
dio. Thomas Dufau se quedó con
tres toros. El amplio y complejo
ejemplar de Rehuelga que com-
pletaba el lote de Macías y un lo-
te de francas opciones. Uno de
Pallarés que se arrancaba con un
precioso galope a las telas del
francés. Muy encastado. Tuvo
tres tandas en las que Dufau
aprovechó la codicia. Bien pero
sin arrebato. Meritorios los pases
de pecho donde el toro se lo pen-
saba. Después acabó saliendo
con la cara alta y la espada termi-
nó de equilibrar la balanza a fa-
vor del oponente cárdeno. Dulce
fue el cuarto, de Pallarés, con el
que mostró su versión más relaja-
da. Trató de soltar su cuerpo en
dos tandas relevantes por el pitón
derecho pero, de nuevo, al con-
junto le faltó algo. Transmisión
en este caso. La buena estocada
provocó una petición leve que no
fue atendida por el palco.
Oliva Soto volvía a Madrid tras
estar desaparecido del panorama
taurino. En el Perú encontró su
exilio. Un atragantón supuso ma-
tar al toro que había herido al
compañero. El sevillano gitano de
Camas meció el capote con el pe-
llizco que le distinguió en sus pri-
meros años de matador de toros.
Las verónicas por el pitón iz-
quierdo al quinto fueron para en-
marcar. También la media, tan
sentida y bella. Devolvieron al
cornalón de Pallarés a los corra-
les por tener una mano lastima-
da. Con el sobrero y con el áspe-
ro toro que abrió su lote hizo lo
que pudo. La sangre mexicana
condicionó todo.
ZABALA DE LA SERNA
Cuando la presidenta Genoveva Ar-
mero se enrocó en su cerrazón, no
sabía hasta que punto le estaba ne-
gando a Rubén Pinar su cima. Quizá
porque todo sucedió demasiado
pronto. La perfección del toro de La
Reina y su caro estilo; la faena cuaja-
da y redonda y la estocada monu-
mental. Pinar no sólo había toreado
encajado y templado, ligado y sere-
no, por las dos manos: su actitud
desde que se postró a porta gayola
fue irreprochable. Como la exacta
medida de las cosas y su precisa y
limpia interpretación. El doble cierre
de obra, por luquecinas y bernadi-
nas, antecedió a un volapié del libro
de los cánones. La señora Armero lo
redujo a una sola oreja –que nada
tendría que ver con las otras tres que
concedió en un gota a gota– ante el
pasmo de aficionados y profesiona-
les y el cabreo del público general.
Atrancar o atracar de tal modo la
puerta grande, aunque luego se
abriese, se hacía obsceno. Por pron-
to que fuera, una injusticia que RP
habría de remontar. Como su propia
cumbre. Nada fácil: con la calidad y
el ritmo del toro de La Reina no vol-
vió a saltar ninguno.
La suerte cayó en picado de pron-
to. Pasó un bache incierto la tarde
con los cinqueños de Alcurrucén y
Domingo Hernández. La madurez y
la variedad de registros de Pinar sos-
tenían el interés. Como el intachable
trapío. Que le daba al gesto en una
importancia mayúscula. La llamati-
va capa berrenda del alcurrucén y
sus bajas hechuras potenciaban la
seriedad de su portentosa cabeza. El
obediente núñez de los Lozano em-
bestía sobre las manos, un tanto a
saltos. Cuando se iba calentando y
ampliando viajes, se inutilizó al caer
del salto mayor en un pase de pecho.
Otro suceso diferente quebró la si-
guiente faena: el fuerte toro de DH
varió definitivamente después de dos
prometedoras series. De contado ce-
lo, eso sí. Se desentendió por el dere-
cho y se puso complicado por el iz-
quierdo. Una malva en comparación
con el asaltillado y alto victorino de
sílex. La batalla se convirtió, según
avanzaba, en un duelo de esgrima.
Por la mano derecha, el cárdeno se
revolvía cada más, cada vez antes, a
una velocidad terrorífica. Hasta prác-
ticamente no salir de la suerte. Ru-
bén Pinar apostó con lucidez –su en-
granaje neuronal fue una constante–
por el mayor recorrido del pitón iz-
quierdo pese a la menor humillación.
Ayudado por la espada simulada y
siempre muy tapada la dura embes-
tida, ganó esta pelea con admirable
entereza. Tumbó al gris de una ful-
minante estocada corta (un único
pinchazo en seis toros). Y así arran-
có el trofeo de lija que descerrajaba
el arco del triunfo.
El gesto siguió con un hechurado
quinto de El Tajo, otro buen toro de
Joselito y Martín Arranz pero sin las
excelencias, el son ni los finales de
aquel que inauguró la tarde. Otra vez
RP en la puerta de toriles, tres largas
de rodillas más, la ampliación del re-
pertorio de quites –que sólo se au-
sentó con el victorino voraz– y la pro-
longación del recital de curtido y
buen oficio. Que desembocó en otro
espadazo. De nuevo la presidenta se
enrocó para frenar en una sola oreja
la doble petición. Una recompensa
que a la vez reconocía cuánto se ha-
bía equivocado con la cima en los al-
bores de Rubén. Que paseó dos cla-
morosas vuetas al ruedo.
La entrega absoluta del albacete-
ño de Tobarra se resumió en el últi-
mo volapié a tumba abierta: del vol-
teretón salió con la taleguilla partida
y el cuerpo milagrosamente intacto.
Rodó el toro de Daniel Ruiz. Que ha-
bía sacado más movilidad que clase
y entrega. Condición suficiente para
que RP le diese fiesta y lo enredase
antes de despedirse emocionado por
la puerta grande. Costosa como nin-
guna de las siete anteriores.
Un recital de madurez
ALBACETE. Rubén Pinar remonta un palco hostil y sale a hombros en una tarde de entrega total y
buen oficio que alcanzó su cima demasiado pronto: la presidencia ninguneó la faena más redonda
Arturo Macías,
herido grave
LAS VENTAS. El mexicano sufre una cornada de
25 cm en el muslo derecho y fractura de peroné
POLÍTICA/ MADRID
MIGUEL ABELLÁN,
NUEVO GERENTE
TAURINO DE LA
COMUNIDAD
Miguel Abellán será el nuevo di-
rector gerente del Centro de
Asuntos Taurinos de la Comuni-
dad de Madrid en sustitución de
Manuel Ángel Fernández. Abe-
llán fue uno de los fichajes estre-
lla del PP de Pablo Casado en la
pasada campaña electoral. El
nombramiento se llevará a cabo
en el Consejo de Gobierno este
martes. / G. I. B.
ARLES (FRANCIA)
P E P E M O R A L ,
T R E S O R E J A S
Con algo más de media entrada
en los tendidos para el segundo
festejo de abono de la Feria del
Arroz, se lidiaron toros de Pal-
ha. López Cháves, vuelta al rue-
do y ovación tras aviso. Octavio
Chacón, ovación con saludos y
silencio. Pepe Moral, oreja y
dos orejas –a un toro de vuelta
al ruedo–. / E. M.
DAX (FRANCIA)
PUERTA GRANDE
PARA PERERA Y
DANIEL LUQUE
Dos tercios de entrada se da-
ban cita en la plaza de Dax
para presenciar el último fes-
tejo de feria que anunciaba
una corrida de Luis Algarra.
Miguel Ángel Perera, pitos
tras dos avisos y dos orejas.
Daniel Luque, oreja y dos ore-
jas. Pablo Aguado, silencio y
oreja. / E.M
DIFERENTES GANADERÍAS /
Rubén Pinar como único espada
Plaza de toros de Albacete. Domingo, 8
de septiembre de 2019. Primera de fe-
ria. Casi lleno. Toros de irreprochable
trapío de La Reina (extraordinario), Al-
currucén (lesionado), Domingo Her-
nández (cambiante y a peor), Victorino
Martín (muy complicado), El Tajo (ma-
nejable sin finales) y Daniel Ruiz (con
más movilidad que clase y entrega)
Rubén Pinar, de blanco y plata. Gran
estocada (oreja y fuerte petición). En
el segundo, estocada rinconera y des-
cabello (silencio). En e tercero, pin-
chazo y estocada (leve petición y salu-
dos). En el cuarto, estocada corta (ore-
ja). En el quinto, estocada algo contra-
ria (oreja y fuerte petición). En el sexto,
estocada (oreja). Salió a hombros.