El Mundo - 21.08.2019

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EL MUNDO. MIÉRCOLES 21 DE AGOSTO DE 2019
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TOROS


ZABALA DE LA SERNA BILBAO
De cariños y ovaciones venía preña-
da la tarde. Para Enrique Ponce por
su compromiso inquebrantable con
Bilbao; para Diego Urdiales por la
memoria de lo inolvidable. Que re-
cuperó del pasado con el temblor de
lo inmarcesible.
Menos mal que Matías derrochó
paciencia y no devolvió a Ingresado.
Que no se sabía si lo protestaban
más por feo o por blando. Tan altote
y zancudo; tan trémulo. Su carita es-
trecha no ayudaba a su cuerpo des-
garbado. Largo como su cuello. Ahí
donde habitaba la virtud escondida.
Como la clase oculta que latía en su
puntito manso. Cuando se afianzó y
sostuvo, afloró esa calidad. La distin-
ción de un tranco más y del tempo


regalado para, si hay alma, rimar los
versos.
Y el alma de Diego empezó a de-
cir el toreo. A recitarlo poco a poco
con su derecha. Que cataba y cali-
braba las embestidas que casi se
abrían solas en pos de los vuelos. Co-
mo sombras de los hermosos embro-
ques. Cuatro redondos sedosos y li-
gados sublimaron todo lo anterior.
Ese todo acompañado y a compás.
La cuerda de un reloj de arena. Des-
granó un puñado de naturales que
desembocaron en dos mutelazos que
congelaron el tiempo con su fuego:

el de cierre adquirió curvatura de ola
en su cintura y el ayudado por bajo
rompió en una trincherilla de espu-
mas. Un clamor inundó la plaza
azul, colmándola de oles. Como si
estuviera llena.
Hasta la fealdad del zalduendo ad-
quiría trazos de belleza. Otra triada
de naturales y un parón que pedía
pausa y recolocación. Sin solución
de continuidad, la diestra acabó por
llevarse el toro a un pase de la firma
gozoso y a una trinchera de cartel. El
tiempo de ir y volver a por la espada
le sirvió a Ingresado para respirar y

darse en una coda enfrontilada y
zurda que volvía los misterios del re-
vés. Y decía los enigmas con la luz
de las cosas claras. El fulgor de la es-
pada se hundió con la mortalidad
cantada. Que entregó a Diego Urdia-
les el premio terrenal de la oreja.
A Enrique Ponce se la habían pe-
dido por sus científicos registros de
sabio incombustible. El serio toro de
Zalduendo, carifosco y chato, bada-
nudo y cuajado, derribó en dos oca-
siones la cabalgadura de Quinta. Co-
mo si el poder del toro lo estremecie-
se, el caballo se dejaba caer. El

maestro se lo llevó a picar en la que-
rencia, donde el caballo de Paloma-
res no tembló. No arregló el castigo
los defectos del zalduendo, el incó-
modo calamocheo fundamentalmen-
te. Ponce dosificó su contado fuelle
para que durase más allá de lo pre-
sentido. Sin clase ni ritmo, lo enredó
en su mano derecha con la ambicio-
sa paciencia que todo tapa. El méri-
to de la constancia. Y de regresar al
punto en que dejó su historia cinco
meses y una rodilla reconstruida
atrás. Metió el brazo hasta la empu-
ñadura. Pero la petición, como la fae-
na, no tomó vuelo, a ojos del usía.
La obra que verdaderamente no
despegó, con motivos para ello, fue
la última de Ginés Marín. El sexto to-
ro de la desigual corrida de Zalduen-
do representaba la perfección: vele-
to, cortas las manos, bajo el esquele-
to. Tabarra traía las hechuras
exactas. Ninguno como él. Y por
dentro puede que tampoco: iluminó
embestidas de categoría. Como las
verónicas de Ginés. Que tanto pro-
metían. Quizá al zalduendo le falta-
se algo de empuje en su estilo supe-
rior. GM eligió los terrenos de fuera,
que ayudan menos. Y jugó con gene-

rosos tiempos. Y siempre parecía
que iba a cuajar series que no cuaja-
ba pero que maquillaba con categó-
ricos pases de pecho. Y eso levanta-
ba los plácemes de lo bonito. El am-
biente a favor pedía una estocada
para hacer realidad su pálpito. Pero
la espada negó el triunfo.
No hubo antes más historia que
contar. Tres toros se quedan en el
tintero por su pobre bravura; tres
faenas huérfanas de material.
Diego Urdiales ya lo ha había di-
cho todo. El toreo y sus misterios
vueltos del revés.

Decir el toreo y sus misterios



CORRIDAS GENERALES. Urdiales dibuja una bellísima faena y vuelve a puntuar; Ginés se queda


a medias con un notable toro de la desfondada corrida de Zalduendo; meritorio regreso de Ponce


Z. S. BILBAO
Andrés Roca Rey ha decidido po-
ner fin a su temporada en Euro-
pa, según adelantó ayer EL
MUNDO. Todas las ferias de sep-
tiembre en las que estaba anun-
ciado y que estaban pendientes
de la evolución de su lesión están
siendo informadas ya de la impo-
sibilidad de que comparezca la fi-


gura peruana del toreo.
El diestro anunció que suspen-
día su campaña durante todo el
mes de agosto, después de haber-
lo hecho ya a lo largo de todo el
mes de julio. Su última tarde fue
en Pamplona, cuando se resintió
del hombro, pasando un calvario
para descabellar.
Roca Rey arrastraba un com-

pleto trauma cervical de la C7
que afectaba al supraespinoso y a
la fuerza y movilidad del brazo
derecho, que le produjo la cogida
que tuvo el pasado 22 de mayo en
la Monumental de las Ventas. Lo
que ya le había llevado a cancelar

sus compromisos en junio en
Burgos o Teruel. Tras conocerse
el alcance, viajó a Nueva York pa-
ra ser visto por diferentes espe-
cialistas y seguir las pautas de
rehabilitación en Sevilla. Desde
su equipo de comunicación ase-

guran que el tratamiento no ha
hecho efecto en el tiempo previs-
to, siendo el agravante para cor-
tar la temporada y poder recupe-
rarse en plenitud de cara al pró-
ximo año.
Todo un drama para las plazas
que contaban con el torero más
taquillero del escalafón.

eMÁLAGA. Con algo más de media
entrada en los tendidos para la pe-
núltima de feria, se lidiaron asta-
dos de Puerto de San Lorenzo,
mansos en su mayoría. Finito de
Córdoba cogió la vacante que de-
jaba el lesionado Fandi y entraba
por la vía de la sustitución, ova-
ción y vuelta al ruedo tras peti-
ción. Dos ovaciones saludó el ex-
tremeño Miguel Ángel Perera en
ambos toros de su lote. Juan Orte-
ga, que sustituía a Sebastián Cas-
tella, enamoró a La Malagueta con
su excelso y clásico toreo de capa,
ovación y vuelta tras petición.

Roca Rey corta


definitivamente


la temporada



Su lesión no ha evolucionado como esperaba


y anula toda su campaña en España y Francia


ZALDUENDO / Enrique Ponce,
Diego Urdiales y Ginés Marín

Plaza de Vista Alegre. Martes, 20 de
agosto de 2019. Cuarta de feria. Media
entrada. Toros de Zalduendo, de desi-
guales hechuras en su seriedad; desta-
caron la clase del mansito 2º y la catego-
ría del notable 6º en un conjunto falto de
poder y bravura.

Enrique Ponce, de gris plomo y oro. Es-
tocada (petición y saludos). En el cuar-
to, casi media estocada y descabello.
Aviso (silencio).

Diego Urdiales, de azul marino y oro. Es-
tocada rinconera (oreja). En el quinto,
dos pinchazos, estocada y dos descabe-
llos (silencio).
Ginés Marín, de frambuesa y oro. Es-
tocada (silencio). En el sexto, pincha-
zo, pinchazo hondo, media estocada
tendida y dos descabellos (saludos).

Roca Rey dirigiéndose a por la espada en la pasada Feria de San Isidro. A. HEREDIA


Bellísimo y encajado redondo de Diego Urdiales al segundo toro de la corrida de Zalduendo JAVIER ARTETA


Un clamor inundó la
plaza azul, colmándola
de oles. Como si
estuviera llena
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