EL MUNDO. VIERNES 2
AGOSTO DE 2019D E V E R A N O
E N P O R TA DA HOJA Nº^21
centímetro cuadrado en la
camisa sin lamparones.
A la 1:45 el aforo se ha
rejuvenecido. Es tiempo
para la otra orquesta y para
el descanso (hora y media)
de Revelaciones. «Éste es el
mayor bajón, pasar aquí
hora y media parados»,
reconocen. Lo combaten
con más café, un donut,
helado y algún que otro ron.
Cuando el telón vuelve a
subir quien suena, oh, es
Rosalía. La edad media ha
bajado unos 40 años y el
nivel etílico ha subido 40
grados. La lo-cu-ra. Se oyen
barbaridades en cada
esquina. «Joder, qué buenas
están las bailarinas con ese
maillot... Y las cantantes,
tampoco vamos a escoger»,
comenta algún verraco. Con
Ecuador empiezan 15
minutos de clásicos del
reguetón (Pobre diabla,
Gasolina...), perreo sin
descanso y transición
perfecta para el broche
final: rocanrol. Al escuchar
Platero y Tú algún cubatavuela peligrosamente y todo
el mundo se agarra al
primer ser consciente de
alrededor. Alguien se acerca
al escenario y, a la quinta
intentona, consigue hacer
entender a los cantantes que
es el cumpleaños de un
amigo que acaba por los
aires como el sombrero que
se pone primero Ari, luego
Josemi y al final Carla.
En ese punto, nada como
un mix de Loquillo y la
mencionadao Clavado en
un bar que –insistimos–todos nos sabemos de
memoria de principio a fin.
Éxtasis absoluto y momento
para la traca final: el
Asturias de Víctor Manuel.
Un grito que se escucha por
encima de todos: «Sola en
mitad de la tierra, hija de mi
misma madre». Incluso
quien esto escribe no puede
evitar salir al escenario
como si supiera cantar, o
como si tuviera algún tipo
de dote musical más allá de
haber tocado la flauta
(malamente) en el colegio.Son, ya sí, las cinco de la
mañana. Cae el telón. Tebi y
Paco vuelven a moverse a la
misma velocidad que a las
seis de la tarde. Los músicos
recogen unas maletas a
punto de explotar y se
deshacen de los instrumen-
tos. «Esto es lo más
deprimente: ver a todos los
borrachos y tú, recogiendo».
Las mismas cuatro manos
que montaron el escenario
lo desmontan al amanecer.
Los demás, cada uno a su
casa en su coche para des-cansar para el
quinto bolo
de la semana.
«Esto sí que
es glamour».
Mientras
tanto, tú y
resto del
público os
tomáis el último cubata
antes de enfilar el camino
más rápido a la cama.
Porque por mucho que lo
niegues, estuviste allí y has
hecho exactamente lo mis-
mo que aquí se ha contado.Del paso-
doble ‘aga-
rrao’ a los
espasmos
del regue-
tón: una
noche con
Revelación.