(^26) EL FINANCIERO Martes 30 de Julio de 2019 MAGAZINE
L
a tauromaquia es un claro re-
flejo de la vida: sus momen-
tos buenos y sus momentos
malos. Esto forma parte de
su rotundidad, la vida y la muerte, el
triunfo y el fracaso. En cualquier ám-
bito de la vida, tanto personal como
profesional, nos enfrentamos a mo-
mentos cruciales que de su devenir
dependen muchas cosas: el trabajo,
el noviazgo o el matrimonio, la amis-
tad o el ver capitalizado o truncado
un sueño.
La pasión por esta cultura es di-
fícil de explicar. Su dimensión, lo
que significa vivir el toro, amarlo,
venerarlo hasta llegar al grado casi
de obsesión por entender su misterio:
la bravura. De esta bravura emana
el toreo, ejercicio espiritual que lle-
va a un hombre a jugarse la vida, lo
cual para nosotros los mortales es
heroico, pero para los toreros está
asumido. Para ellos, este ejercicio
espiritual es una necesidad del alma.
Su forma de expresión, de sentirse
vivos, de desarrollar una relación de
amor profundo al toro, parece ilógica
y muchos no la entienden, les parece
un disparate, algo salvaje y cruel. Es
complicado exponer un sentimiento
cuando al que se le explica no le da
la mente para intentar comprender
“En
México es
tiempo de
novilladas;
la plaza de
Arroyo, al
sur de la
Ciudad de
México,
comienza
a dar sus
frutos”
Opine usted:
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@rafaelcue
L A FIESTA
ESTÁ VIVA
Rafael
Cué
Ejemplar
de obsequio
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PABLO
AGUADO
ha llegado a
revitalizar el
ánimo de los
taurinos, que
no es poca
cosa.
CLAROSCUROS
al otro; la cerrazón, el egoísmo de no
respetar y escuchar despierta encono
y desánimo social. Ojo, no sólo en lo
taurino: lo estamos viviendo como
país; estamos divididos y esto no nos
llevará a nada positivo.
En esta bendita locura del toreo,
entran ganaderos, toreros, artistas,
escritores, fotógrafos y público; bus-
camos ese momento efímero que se
mantiene toda la vida en el alma y
el corazón, la embestida perfecta, la
faena, la foto, la pintura, los párrafos
y el sentimiento de estar en una plaza
y converger todos en una fracción de
segundo con el momento de éxtasis
emocional que se graba en el alma y
que sólo puede dar el toreo.
Intento poner en contexto la pro-
fundidad de este sentimiento para
poder comprender la intensidad de
eventos que suceden taurinamente
hablando este verano. En México,
es tiempo de novilladas. Tijuana ha
apostado por la grandeza y han sur-
gido tres triunfadores con corte de
orejas, pero han dado de qué hablar
también otros novilleros. Se busca-
ba un triunfador para alternar con
los matadores; hoy, después de tres
festejos, hay tres triunfadores con
dos orejas cortadas. Veremos cómo
el matador Alejandro Amaya resuelve
este bendito problema; seguro estoy
de que con su modo de entender la
grandeza de la Fiesta, lo hará de for-
ma espléndida y con gran taurinismo.
La plaza de Arroyo, al sur de la
Ciudad de México, comienza a dar
frutos; Eduardo Neyra, joven torero
duranguense que ha toreado muy
poco, ha dejado con cada actuación
un grato sabor, al mostrar la actitud
que tiene que tener un novillero:
ganas desmedidas de luchar por su
sueño, engrandeciendo el ser torero,
el entregarse sin medida a triunfar
con la experiencia limitada por su
poco rodaje, pero supliendo el oficio
que sólo se adquiere con el tiempo,
con valor y entrega, ese es el camino.
Las temporadas en Arroyo son real-
mente importantes, es semillero de
toreros, oportunidad para que las
ganaderías ofrezcan posibilidades
a los más jóvenes.
En España, la Temporada está a
tambor batiente. Toreros y ganade-
ros están siendo protagonistas de
una Temporada excitante. Triunfos
rotundos, faenas históricas, indul-
tos y cornadas: la Fiesta en todo su
esplendor. Toreros consagrados lu-
chan a brazo partido por mantener
su estatus ante los embates de los
jóvenes prodigio, como es el caso de
Pablo Aguado, que si todo mantiene
el rumbo de la lógica, ha llegado a
revitalizar el ánimo de los taurinos,
que no es poca cosa. Ha reaparecido
Román, joven torero valenciano que
en San Isidro le vio la cara a la muerte
y que, gracias a Dios, ha vestido de
nuevo en seda y oro en su tierra. A
Rafaelillo, experimentado torero en
las llamadas corridas duras, que mu-
chos confunden con bravas pero que
realmente son malas, un traicionero
Miura se le fue al pecho en Pamplona
y no lo mató de milagro. La bravura
es una lucha de frente con nobleza,
no artera embestida. Gracias a Dios
el madrileño lo cuenta, y aunque la
convalecencia será lenta y doloro-
sa, el toro le tiene su recompensa
guardada.
Por sorpresa, Varea, un joven
matador de toros con estupendas
cualidades, se ha cortado la coleta.
Él sabe sus motivos, y desde aquí le
doy mis más sinceros respetos y le
deseo suerte en lo que emprenda.
La tendrá.
ARJONA
ron
(Ron)
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