El pensamiento bordado
trajo la suerte
El 17 de marzo es una fecha emblemática en Cochrane
porque se celebra el aniversario de la ciudad con bailes de
ranchera, asados de cordero al palo y vestimentas costum-
bristas. En esta celebración nunca faltan los pañuelos y las
tabaqueras bordadas, muchas de ellas bordadas por las her-
manas Escobar.
Muchos años atrás, entrando en la década del setenta,
Eloísa recuerda haber ido a una de esas fiestas tradicionales,
donde solían encontrarse entre vecinos. “Resulta que yo fui
con la hija mayor a la fiesta y sacan a mi hija a bailar. Me
quedé sola
allí sentada, tomándome una bebidita. En eso, llega Hernán
Arratia, un hombre joven, me saludó y me invitó un trago
dulce que él traía. Se sentó al lado, más lejito. Me dijo:
“Señora, me va a perdonar, pero ¿podemos juntar las
pilchas los dos?”. Ni bailó conmigo ni nada. Yo le contesté
una cosa fea, le dije que no, cuenta la bordadora.
Pero luego, “pensando bien la cosa”, le interesó su pro-
puesta. “Yo ya tenía la idea de buscar un hombre, pero no
me gustaba nadie. Pucha si ando así, yo tan tonta, y si es
lindo cabro, solo y decente, ¿y por qué contesté mal? Dije
‘la estoy embarrando’”. Entonces, a continuación le dijo:
“Oiga, caballero, usted dice que juntemos las pilchas, a lo
mejor puede ser”. “Bueno, piénselo”, dijo Hernán.
Tenía algunos años menos que ella, pero eso no fue ningún
impedimento para empezar algo. “Todavía no nos juntába-
mos, estábamos medio entreverados”, cuando ella tuvo que
viajar a operarse a Coyhaique. “Estuve hartos días en el hos-
pital, llevé mi bolsito con bordados y allí le hice una taba-
quera”, la primera que le bordaría a Hernán y que él conser-
va hasta el día de hoy. De fondo negro y cinta roja, tiene un
pajarito, ramos de claveles y pensamientos, su flor más que-